Se acentúa el conflicto entre estudiantes y profesores de filosofía en Oviedo
Los alumnos de filosofía de Oviedo acusan a un sector del profesorado y al filósofo marxista Gustavo Bueno de «antidemocráticos» y de mantener actitudes «dictatoriales».
Los estudiantes de la división de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo, que asaltaron la biblioteca del centro para secuestrar los cuadernos de prácticas, calificaron ayer de «antidemocrática» la actitud de ciertos sectores del profesorado, sobre todo la del vicedecano, el Filósofo marxista Gustavo Bueno.«Queremos denunciar ante la opinión pública», manifestaron los alumnos en un comunicado, «la actitud dictatorial que se está llevando en esta facultad y que es la raíz y causa de todos los problemas y conflictos que ahora se nos plantean».
Al comenzar el curso académico se instauró un sistema de prácticas acordado por la junta de profesores, orientado a conceder una gran importancia a esta metodología como instrumento no solamente para mantener viva la atención del alumnado a lo largo del curso, sino también como medio para un mejor conocimiento del alumno, a efecto de las calificaciones globales. Según el señor Bueno, este sistema se desarrolló muy positivamente durante la primera práctica (el 90% de los alumnos hicieron entrega de sus cuadernos), aun cuando se notó por parte de ciertos estudiantes que podrían caracterizarse como influidos por ideologías libertarias o autogestionarias, una resistencia, llegando a comparar el sistema con los deberes de la escuela.
Por su parte, la asamblea de alumnos elaboró un escrito en el que describe así los antecedentes del asalto a la biblioteca donde se encontraban los cuadernos: «Al principio de este curso 79-80, las autoridades académicas de esta facultad han impuesto de forma unilateral determinadas cuestiones de orden académico, en concreto, la concepción y realización de un sistema de prácticas que los alumnos consideramos de escaso valor pedagógico, siendo un sistema de gran carácter burocrático, individualista y masificado, que exige un ritmo de trabajo excesivo para la importancia que tienen las prácticas así planteadas, impidiendo de esta forma el estudio personal por grupos y seminarios, que realmente justificarían el carácter experimental que exigimos de esta facultad. »
Ante la intransigencia de algunos sectores y del vicedecano, argumentada por los estudiantes, éstos decidieron en asamblea tomar medidas de fuerza «para empezar una negociación razonable; que fue contestada con insultos de vandalismo y amenazas de cierre de la facultad por parte del vicedecano, así como con la iniciación de una huelga por parte del profesorado».
Al analizar esta actitud de los alumnos, la junta de profesores de la división estima que aquella pone en cuestión la definición misma de la Universidad, y considera que no se trata de un conflicto accidental, sino del conflicto mismo que a nivel nacional se discute hoy en torno al lugar de dónde debe brotar la dirección académica.
La cuestión sobre si la universidad es una institución privada, porque privadas son las decisiones arbitrarias de una asamblea que considera al cuerpo de profesores como una suerte de preceptores privados, en lo que respecta a las más graves cuestiones de la programación académica, o bien, es una institución pública en la cual, sin menoscabo de su libertad de acción, deben primar los intereses globales del Estado.
En consecuencia, la junta de profesores se declaró en huelga docente, aunque no investigadora, y acordó cerrar la biblioteca, poniendo como condición previa para cualquier diálogo con los estudiantes la devolución de los cuadernos de prácticas.
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