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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Para un estatuto de la profesión periodística

En la Federación de Asociaciones de la Prensa de España se agrupan las entidades corporativas de cada una de las provincias de nuestra Patria. La totalidad de los periodistas titulados y en ejercicio, tanto de prensa como de radio, televisión y agencias de noticias, lo mismo los veteranos profesionales como los egresados de las antiguas escuelas y los licenciados por las facultades de Ciencias de la Información, pertenecen a las asociaciones, algunas de las cuales se fundaron el siglo pasado. Este es el caso de Madrid, por ejemplo. La Asociación de la Prensa Madrileña tuvo a su frente, desde 1895, a hombres tan representativos en su época como Miguel Moya, Francos Rodríguez, Alejandro Lerroux o Manuel Aznar. La entidad representativa de los periodistas madrileños ha conocido la regencia de doña Cristina, la monarquía de don Alfonso XIII, la dictadura corta del general Primo de Rivera, la República, la guerra civil, la dictadura larga del general Franco y, ahora, la Monarquía constitucional de don Juan Carlos I. A pesar de las dificultades de algunas épocas, el presidente de la Asociación de la Prensa y los miembros de la junta directiva fueron siempre elegidos democráticamente, por elección directa y secreta de todos los asociados.Enviada hábilmente a los desvanes de la historia la llamada democracia orgánica, los colegios profesionales no participan ahora en la confección de las leyes. La Federación de Asociaciones de la Prensa decidió, sin embargo, poner en conocimiento del Gobierno y de las secretarías de los partidos con representación parlamentaria la opinión de los periodistas sobre la ley de Información y el estatuto de la profesión periodística. En los próximos días se hará llegar a las altas instancias políticas un borrador, que está ya ultimado. A lo largo de todo un año se ha trabajado en este texto, producido de abajo a arriba, en contacto constante con las bases. Así, se ha debatido por las asambleas de las respectivas asociaciones; por una comisión de presidentes, formada por los de Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla, Santander, Albacete y por el de la Asociación Española de Licenciados en Ciencias de la Información; y en tres ocasiones por la asamblea general de la Federación, con asistencia de delegaciones de las cincuenta provincias españolas, de prestigiosos catedráticos universitarios y de los directivos de la Asociación de Licenciados.

1. Al servicio de la libertad de expresión. El borrador de ley de Información y estatuto de la profesión periodística redactado por la Federación tiene como objetivo sustancial garantizar la libertad de expresión consagrada en el artículo 20 de la Constitución. La ley propuesta -ley orgánica- es breve. El estatuto , largo y minucioso- puede ser aprobado como ley ordinaria o por decreto-ley.

El ciudadano tiene derecho a la justicia, y el cuidado de ésta se ha encomendado a la profesión de los abogados, los fiscales y los jueces. El ciudadano tiene derecho a que se vele por la salud, y la profesión de la medicina está encargada de su custodia. El ciudadano tiene derecho a la libertad de expresión, y ésta consiste suslancialmente en que se produzca en la nación una información periodística plural. completa y veraz, sin otros límites que los derivados de las leyes democráticas.

A la profesión del periodismo le corresponde la garantía de esa información periódica, plural, completa y veraz, gracias a la cual el ciudadano puede formar su criterio o adoptar sus actitudes políticas, religiosas, económicas, culturales o laborales, según sus personales puntos de vista, pero con conocimiento pleno de los hechos.

2. Titulación y colegiación. Como garantía para la libertad de expresión, el borrador redactado por la Federación mantiene la titulación universitaria en las facultades de Ciencias de la Información, condición para ejercer la profesión del periodismo, cuyas categorías tradicionales continúan siendo las de director, subdirector, jefe de redacción, jefe de sección y redactor. La titulación, conviene no olvidarlo, es un derecho adquirido por la profesión; por cuatro millares de periodistas en ejercicio y por otros muchos miles de licenciados en las facultades de Ciencias de la Información, así como por sus actuales alumnos.

Frente a la natural tendencia de algunas empresas, no todas, por supuesto, de algunos partidos políticos, de algunas centrales sindicales, a manipular la información para que se difunda lo que les conviene, se alza en favor de la comunidad y su derecho a recibir información plural, completa y veraz, sin la cual no existe la libertad de expresión, una profesión con titulación universitaria y toda la responsabilidad que de ella se deriva. Se termina así, al menos en gran parte, con el hombre de paja al frente de los medios de comunicación, con el amiguete, el pariente, el paniaguado, el militante disciplinado y borreguil. La sandez habitual de que en una sociedad de libre mercado quedarían excluidos los hombres de paja manipulados, demuestra una ignorancia supina de lo que es el periodismo. Una fábrica de zapatos se organiza para ganar dinero. Un periódico es algo más que un producto comercial. Y hay gentes dispuestas a perder dinero si consiguen hacer llegar a la opinión información manipulada. Para un periodista honesto los hechos son sagrados, las opiniones, libres. Un empresario o un dirigente de partido, propietarios de un periódico, se esfuerzan muchas veces en que el periodista manipule los hechos para que se ajusten a los intereses de la empresa o del grupo político, aunque la publicación pierda dinero y ventas. El periodista profesional honrado respetará la opinión del medio en el que trabaja, puesto que la pluralidad es indispensable como garantía de la libertad de expresión, pero jamás se prestará a que se manipulen o silencien los hechos.

¿En dónde aprende un abogado a defender un pleito: en la facultad de Derecho o a través de la experiencia, trabajando a veces sin cobrar durante muchos meses en el bufete de un profesional de fuste? ¿En dónde aprende un médico: en la facultad o a través de la experiencia y, el trabajo en el hospital o la clínica, junto al doctor consagrado? ¿En dónde aprende un periodista a hacer un periódico: en la facultad de Ciencias de la Información, o cuando hace calle y mesa en la redacción de un diario impreso, hablado o audiovisual?

El periodista, como el abogado, como el médico. como el arquitecto, nace y se hace. Nace con vocación y aptitudes, y se hace a través de los estudios en la facultad y de la experiencia y el trabajo en las redacciones. Nada sobra, todo es necesario: las aulas y la práctica.

Las más diversas naciones del mundo caminan hacia la exigencia de titulación en casi todas las profesiones. También en el periodismo. Es un avance constante e irreversible. Se está cumpliendo así la sagaz previsión de Joseph Pulitzer: «Antes de que termine el presente siglo, las escuelas de Periodismo serán una de las instituciones de la enseñanza superior, como las facultades de Derecho o de Medicina.» Por fortuna, en los más diversos países se ha pasado o se está pasando del barbero sacamuelas al odontólogo; del charlatán picapleitos, al abogado en ejercicio colegiado; del mago en alquimia, al doctor en Ciencias Químicas; del maestro de obras, al arquitecto; del chico de la prensa, al doctor en Ciencias de la Información.

Titulación universitaria, pues, para los periodistas y colegiación correspondiente, derechos ambos adquiridos por la profesión en España desde hace muchos años. El borrador de la Federación apunta la transformación de las actuales asociaciones de la prensa en colegios de periodistas, según el acuerdo que en octubre de 1979 se firmó con la Asociación Española de Licenciados en Ciencias de la Información, y que ratificó la asamblea general de esta entidad por abrumadora mayoría de votos.

3. Respeto a los derechos adquiridos. La Federación aprobó también en su proyecto un artículo según el cual se respetarán, en todo caso, los derechos adquiridos en el ejercicio de la profesión sin título hasta la promulgación de la nueva ley y el estatuto.

A los profesionales que sin titulación están ejerciendo el periodismo en la actualidad se les reconocerá su situación. Naturalmente, ese reconocimiento no será político, como en ocasiones anteriores, en las que el ministro de turno acreditaba la profesionalidad de amiguetes que nada tenían que ver con el ejercicio del periodismo. Ahora, el reconocimiento de ese ejercicio se efectuará a través de los colegios de periodistas.

4. Libre acceso de todos los ciudadanos a expresarse en los medios de comunicación. La libertad de expresión se nutre sustancialmente de la información periódica, plural, completa y veraz que garantiza la profesión titulada del periodismo. Pero no termina ahí.

Cualquier ciudadano tiene derecho, además, a expresarse en los medios de comunicación. Las empresas periodísticas podrán contratar libremente a los colaboradores que les plazca. Esa es la grandeza de nuestra profesión: convertir los periódicos en boca de la sociedad para que ésta ejerza su derecho a la opinión y al diálogo; abrirlos a las plumas o a las palabras de los científicos, los artistas, los políticos, los dramaturgos, los novelistas, los expertos, los ciudadanos. El borrador de la Federación institucionaliza por primera vez la figura del colaborador como garantía del libre acceso de todos a expresarse en los medios de comunicación. Los artículos del proyecto en los que se define la Figura del colaborador y sus derechos, incluso los laborales, constituyen una de las aportaciones más importantes del proyecto de la Federación.

5. Libertad de empresa. Dentro de este objetivo sustancial que supone garantizar la libertad de expresión, cualquier ciudadano tiene derecho a fundar una empresa periodística y a editar un periódico o revista impreso o radiado.

Las empresas periodísticas constituidas en sociedades anónimas podrán, a la entrada en vigor del nuevo texto legal, modificar sus estatutos con arreglo al régimen previsto en la ley de Sociedades Anónimas, recuperando la junta general, de accionistas y el consejo de administración las facultades que, en su caso, tuviesen atribuidas otros órganos sociales.

6. La figura del editor. En el régimen anterior, el editor era el hombre que pagaba, que generalmente perdía dinero y que carecía de un papel definido en el medio del que era propietario.

El borrador de la Federación reconoce, por primera vez en España, la figura del editor, le considera representante legal de la empresa y especifica que a él corresponde, como propietario o persona designada por la propiedad, garantizar los principios fundacionales del periódico. El director atenderá, como hombre de confianza de la empresa, las indicaciones del editor sobre la orientación ideológica del medio.

7. El director, responsable ante la ley, mantiene su derecho de velo de cualquier original, incluidos los de publicidad. Reconocidos los derechos y facultades del editor, el borrador de la Federación reafirma los del director como organizador del trabajo en la redacción y responsable ante la ley de todo lo que se publica. Y, en consecuencia, con derecho a veto sobre cualquier original, incluidos los de publicidad.

8. Los redactores: cláusula de conciencia, secreto profesional, consejo de redacción y estatuto de la redacción. Las redacciones de los diarios impresos, hablados o audiovisuales, de los semanarios y las agencias de noticias constituyen los cuerpos profesional izados esenciales de los medios y son garantía para la opinión pública de la libertad de expresión, consagrada en el artículo 20 de la Constitución.

Los redactores tienen derecho a participar en las decisiones técnicas e informativas y en la orientación ideológica del medio donde realicen su trabajo profesional.

Con este fin, en cada medio informativo se constituirá un consejo de redacción, que estará presidido por el director o el que le sustituya, e integrado por un número mínimo de cuatro vocales y un máximo de ocho, elegidos paritariamente por el director y por los periodistas de la redacción entre ellos.

El consejo de redacción tiene carácter asesor y el director deberá escucharlo preceptivamente al menos una vez a la semana.

Las redacciones de los diarios impresos, hablados y audiovisuales, y de los semanarios de información general, podrán pactar libremente con la empresa un estatuto de la redacción, que amplíe y desarrolle los preceptos contenidos en la ley de Información y estatuto de la profesión periodística. El estatuto de la redacción regulará las relaciones profesionales de los redactores con la empresa, con independencia de las laborales y sindicales. En este último aspecto, la Federación ha redactado un estatuto muy escrupoloso en el respeto a los derechos de los sindicatos, cuyo ámbito de acción es diferente del profesional, que corresponde al colegio de periodistas.

El borrador de la Federación contempla, por primera vez, los derechos de los informadores gráficos, los dibujantes de chistes e ilustradores. Aborda también, como es lógico, otros muchos temas, como el derecho de réplica, los corresponsales españoles en el exterior, los periodistas extranjeros en España, la responsabilidad jurídica, el secuestro de publicaciones, las competencias de la Administración pública.

A lo largo de todo un año, se ha hecho un trabajo sereno y riguroso, al servicio de la libertad de expresión como ingrediente sustancial del bien común. Todos los periodistas titulados y en ejercicio de España han participado o pudieron hacerlo en la redacción del proyecto aprobado. Se ha eludido la polémica que algunos trataron de provocar, y ello porque el estatuto de la Federación no es el de los centristas, los socialistas o los comunistas. Es el de los periodistas, entre los cuales hay afiliados a UCD, al PSOE, al PCE, a Coalición y demás partidos. Y, sobre todo, hay profesionales independientes cuya vida es servir a la información.

El brioso desafío que se le plantea ahora al Parlamento está claro: aprobar una ley de Información sometida a los intereses de los partidos, o alumbrar una legislación periodística en favor de la comunidad entera. En el primer caso, se habrá extendido un somero maquillaje sobre las leyes del régimen anterior; en el segundo, se robustecerá, de forma profunda, la libertad de expresión del pueblo español. La tarea no resulta fácil porque los intereses partidistas son ingentes y la musculatura política española todavía no se encuentra suficientemente entrenada Confiemos en que los señores diputados atiendan, sin escayolas mentales, los deseos de los profesionales del periodismo. Las ásperas sangres de la noticia calentarán, entonces, cada madrugada las redacciones de los periódicos y cesará el hostigamiento al que está sometida una profesión nobilísima que aspira a vertebrar libremente, en la parcela que le corresponde, la vida de la nación.

Luis María Ansón es presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa y de la agencia Efe.

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