Esperando a Beckett
Lo frío y lo caliente es la crónica de una degradación. Una mujer: sus viejos tiempos, su fin de partida. Como en Beckett. No existiría esta obra -la posibilidad de esta obra- si no hubiese existido antes Samuel Beckett. Hasta en la forma. La mujer monologa en un habitáculo harapiento, de formas blandas, cambiantes: se dirige a un marido invisible, mudo, eternamente inmóvil; a una criada que luego sabremos que hace años que no está en la casa. Va creando el terror cotidiano, el humor de lo miserable, la burla de cualquier esperanza.Las frases van y vienen, se enredan en un mismo punto: los tiempos del pensamiento se amontonan. Aparece otro personaje -la hija- que añade más grotesco a lo patético. Parece como un personaje añadido, por miedo a afrontar claramente el monólogo. Lo que sigue importando es el retrato de la mujer, su crónica de lo que se deshace, el juego del tiempo que se enreda, que puede volver a comenzar infinitamente. Importa, también, por la actriz.
Lo frío y lo caliente, de Pacho O'Donnell, por el Centro de Expresión Integral
Intérpretes: Cristina Rot y Lina de Simone. Dirección y escenografia de Charlie Levi Leroy. Estreno: Sala Cáceres, 31-I-1980.
Cristina Rot hace una excelente interpretación: sabe donde pone la voz, sabe dar el gesto preciso a cada expresión. Se hace parte del decorado -bien inventado, bien realizado-, se confunde con su hábitat, dialoga con lo imposible y con lo tangible. Lina de Simone tiene un papel subsidiario, cuya dificultad es mayor que su lucimiento: vence bien las dificultades. La escenografía y la dirección son de Charlie Levi Leroy: funcionan perfectamente.
El texto tiene eficacia dramática y expresa bien la angustia. Es su fidelidad a Beckett lo que más le perjudica. Bien entendido que no es fácil imitar a Beckett, que muchos se lo han propuesto y no han conseguido más que engendros ridículos, mientras que este autor, Pacho O'Donnell, consigue que la obra se tenga de pie.
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