La "pulchra leonina"

Llamada Pulchra leonina por su elegancia y ligereza, la catedral de León constituye una de las muestras más bellas del gótico en España, si bien tiene una clara influencia francesa. Construida entre los siglos XIII y XVI, los añadidos realizados en los siglos XVII y XVIII ocasionaron un proceso de ruina que hizo necesaria su restauración durante el último tercio del siglo XIX. Ha sido sometida a varias reformas, una de ellas tras el incendio ocurrido en 1968. En aquella ocasión, los artesonados de las cubiertas interiores fueron transformados en estructuras de hierro y ladrillo; una reparación similar se hizo más tarde en los tejados del claustro, a raíz de los trabajos de restauración interna de la catedral recientemente concluidos. Ahora, y desde hace algún tiempo, el interés de los expertos se centra en el exterior del bello edificio y no sólo a causa del famoso y mal conocido mal de piedra; preocupa la conservación de sus famosas vidrieras policromadas, repartidas en casi dos centenares de ventanales, óculos y rosetones a lo largo y a lo ancho de sus muros; la mayoría de ellas datan de los siglos XIII-XVI y algunas son modernas. Su extensión total es de 1.800 metros cuadrados.