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El acuerdo UCD-PSOE facilitó la elección de los candidatos al Tribunal Constitucional

El acuerdo político entre centristas y socialistas sobre diez de los doce magistrados del Tribunal Constitucional permitió ayer que el Conpreso de los Diputados, como el Senado, eligiera por una mayoría holgada los cuatro candidatos que le corresponde proponer al Rey. Sólo comunistas y andalucistas se abstuvieron, por razones de procedimiento -fundamentalmente, la de ser excluidos de la negociación-, mientras que el PNV, según anunció en su momento, estuvo ausente del hemiciclo.

El máximo de votos, 255, fue obtenido por el secretario general de las Cortes Constituyentes y actual director del Centro de Estudios Constitucionales, Francisco Rubio Llorente. Le siguió en votos, 2.54, el catedrático de Derecho Internacional Público Manuel Díez de Velasco. El catedrático de Historia del Derecho Francisco Tomás y Valiente obtuvo 250 votos. Por último, el catedrático de Derecho Mercantil y ex ministro de Educación y Ciencia Aurelio Menéndez obtuvo 248 votos. Se registraron treinta votos en blanco y cuatro nulos. Entre éstos figuraron algunas papeletas que incluían nombres no sometidos a votación, como los del ministro de Administración Territorial, Antonio Fontáno el del anterior presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil.Además de los cuatro candidatos que resultaron elegidos, en la propuesta formulada a la Cámara figuró también el nombre de Ignacio Gisbert y de Jorda, abogado catalán y ex decano del Colegio de Abogados de Barcelona. La propuesta de este candidato se debió a iniciativa de la Minoría Catalana. Según fuentes centristas, se trata de una hábil estratagema electoral de la citada minoría para poner en evidencia a los socialistas de Cataluña, al no votar -en función del pacto adoptado por el PSOE con UCD en Madrid- al candidato catalán. Preguntado por EL PAÍS el diputado socialista de Cataluña Eduardo Martín Toval sobre este extremo, señaló: «No es una hábil estratagema, porque los sociálistas de Cataluña no votaremos nunca a un catalán de derechas.» Ignacio Gisbert sólo obtuvo diez votos.

Descontento comunistaAl comienzo de la sesión, el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, preguntó al presidente de la Cámara, Landelino Lavilla, por la identidad de los grupos parlamentarios que habían propuesto los candidatos. El señor Lavilla indicó que se trataba de los grupos Centrista, Socialistas del Congreso y Minoría Catalana. La pregunta de Carrillo guardaba relación con la queja comunista por la exclusión de su grupo en las negociaciones sobre los miembros del Tribunal Constitucional. Fuentes del citado grupo manifestaron a EL PAÍS que desde octubre los comunistas requirieron, primero, al ministro de la Presidencia, José Pedro Pérez Llorca, y, después, a los socialistas, sobre el procedimiento de formación del citado Tribunal. Añadieron que ni siquiera fueron informados sobre las negociaciones.La posición comunista quedó manifestada por el diputado Jordi Solé, al explicar el voto en blanco de su grupo. Manifestó que no se trataba de un voto en contra de los candidatos, algunos de los cuales merecían el máximo aprecio. El señor Solé manifestó que el consenso era correcto, pero no lo era que su grupo se enterara de los nombres por la prensa. Añadió que la exclusión de algunos grupos restaba autoridad a los miembros de importante Tribunal Constitucional.

También el andalucista Juan Carlos Aguilar explicó el voto en blanco de su grupo, en base al procedimiento utilizado, ya que, según dijo, «no se han guardado las formas mínimas democráticas». Dijo también que los andalucistas están muy acostumbrados al desprecio, pero que en esta ocasión la despreciada había sido toda la Cámara. Criticó los pactos y cabildeos de que han venido,dando cuenta los medios de comunicación social.

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Cabildeos y acuerdos

El socialista Gregorio Peces Barba replicó a este punto que es curioso que se hable de cabildeos cuando no se participa y de acuerdos cuando se vota favorablemente la investidura del presidente del Gobierno. Peces Barba criticó a los grupos que estando a favor de las personas no las habían votado por meras razones de forma. En contraste con esta actitud señaló que los socialistas habían acudido a la votación y también a la búsqueda de acuerdos entre los grupos. Añadió que nadie ha impedido a ningún grupo presentar candidatos. De haberlo hecho, señaló, «hubiéramos atendido las candidaturas razonables. Sin presentar candidatos no parece procedente las quejas ni las nostalgias de unanimidades o concentraciones ... »

El centrista Antonio Jiménez Blanco avaló los argumentos del diputado socialista y resaltó que el amplio acuerdo adoptado hojiraba a la Cámara y mostrába su madurez, a la vez que era un paso decisivo para la consolidación de la democracia en nuestro país.

La iniciación práctica del período de sesiones parlamentarias febrero-junio registró en el hemiciclo una atención especial a los cambios efectuados en el Gobierno con repercusión sobre los escaños. La presencia de Ricardo de la Cierva en el banco azul, corno ministro de Cultura, fue seguida por los reporteros gráficos. Manuel Clavero, por su parte, hubo de preguntar a su paisana y secretaria centrista del Congreso, Soledad Becerril, por su nuevo escaño. El portavoz centrista, Antonio Jiménez Blanco, acudió solícito a señalárselo, y, finalmente, Manuel Clavero ocupó el antiguo puesto de Gabriel Cisneros. Al sentarse en el nuevo escaño fue saludado por algunos de sus nuevos vecinos, entre otros, los diputados andalucistas.

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