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Dieciséis intelectuales soviéticos se solidarizan con Andrei Sajarov

Todo parece indicar que el caso Sajarov no puede considerarse como cerrado en la Unión Soviética. Mientras la esposa del disidente, desterrado a Gorki, llegaba la noche del lunes a Moscú, el presidium de la Academia de Ciencias discutía sobre «las actividades antisociales» del académico Sajarov y un grupo de dieciséis intelectuales difundía una declaración de solidaridad con el premio Nobel de la Paz. Por su parte, el diario Soviestkaya Rossia acusó ayer a Sajarov de «haber hecho repetidos llamamientos a las potencias imperialistas para que intensifiquen sus presiones militares, económicas y políticas sobre la URSS».

En su mensaje, los dieciséis afirman que el «nombre de Sajarov es sinónimo de nobleza, coraje y humanidad», y añaden que «los ofendidos y oprimidos encuentran siempre en él comprensión y sostén. Sospechar de Sajarov», agregan, «actividades subversivas es una mentira sacrílega, que es utilizada para la persecución del primer laureado ruso con el Premio Nobel de la Paz». Terminan su llamada con la siguiente frase: «Si hoy se persigue a Sajarov, mañana será todo el pueblo ruso el que sufra.»Por su parte, Elena Bonner, que se trasladó a Moscú desde Gorki, si bien permanece continuamente vigilada, afirmó que su esposo tiene la voluntad de proseguir sus actividades en favor del movimiento de los derechos humanos en la URSS. En su mensaje, llevado a la capital por su esposa, que lo hizo llegar a los corresponsales occidentales, Sajarov dice estar dispuesto a someterse a «un proceso abierto y público» y rechaza abiertamente «el exilio dorado» de Gorki.

El académico estima que su posición contra la invasión de Afganistán «es la razón por la que se me golpea».

«Las autoridades quieren reducirme al silencio», prosigue Sajarov, «a fin de tener las manos libres en la represión futura contra los grupos disidentes del interior, restando ocasiones para que se informe al mundo exterior, y para otras aventuras internacionales.» El premio Nobel rechazó categóricamente la acusación, formulada por Izvestia, de haber transmitido secretos de Estado al extranjero.

Elena Bonner describió además la vida de su esposo en Gorki, en donde fue informado por el procurador, el mismo momento de su llegada, de que no podía abandonar los límites de la ciudad, telefonear o recibir cartas del extranjero, comprendidas las de sus hijos; mantener contactos con extranjeros o personajes calificados de «criminales», y la obligación de presentarse tres veces al mes a la policía.

Su esposa afirmó que, contrariamente a lo publicado por un periódico comunista danés, las autoridades soviéticas no dieron a Sajarov la posibilidad de elegir entre Gorki o el exilio.

En relación con el comunicado del presidium de la Academia de Ciencias, a la que pertenece Andrei Sajarov desde 1952, del mismo no se desprende una eventual expulsión, pero no se descarta absolutamente si el disidente prosigue sus actividades, criticadas en el comunicado de la Academia como «comprometedoras para la política de paz de la URSS».

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