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Truman Capote y Borges inauguran una nueva colección de bolsillo

Cien títulos, que saldrán semanalmente con una tirada de 300.000 ejemplares

A sangre fría, de Truman Capote, y la Nueva antología personal, de Jorge Luis Borges, son los dos primeros títulos de una nueva colección de libros, la Bruguera Club, que lanza ahora la editorial catalana. Se trata de una colección en el sentido más exacto de la palabra: cien títulos de la literatura universal, que saldrán con una tirada de bolsillo, espectacular, de 300.000 ejemplares, una presentación digna, en tapas duras, a 195 pesetas el libro, y para ser comprados cada semana; es decir, para ser coleccionados.

Durante un año -según dijo a EL PAÍS Jordi Martí, del departamento de promoción de la editorial- se ha estudiado el diseño, se han contratado títulos y, sobre todo, se ha montado el aparato de lanzamiento necesario para sobrepasar los umbrales de venta y lectura habituales, incluso en colecciones de bolsillo.Los límites de esta categoría -bolsillo-, que en el mundo anglosajón están claros -se trata de ediciones masivas, baratas, en rústica, y de un tamaño físico «que quepa en el bolsillo»; que suceden a las ediciones normales cuando éstas han tenido éxito, y que compensan el número de emplares en venta con la mitad del porcentaje de derechos de autor-, están en España más desdibujados: ni las ediciones primeras sobrepasan muchas veces las medidas de bolsillo, ni alcanzan las de bolsillo las tiradas propias. Esta vez, el aspecto de los libros es digno, encuadernados en tapas duras, y con un diseño pensado para ser relacionado con la idea de calidad. «Nosotros lo consideramos una colección de bolsillo: entra en las medidas tipo de esta modalidad editorial, que son las comprendidas entre diez por diecisiete centímetros y once por dieciocho, y aunque la encuadernación no es la usual no creemos que sea determinante. Los factores determinantes son el tamaño y el precio, y en ese sentido es una colección de bolsillo. También a otros efectos funciona como tal: por ejemplo, en tiradas y en derechos de autor, correspondientes a estas tiradas y al precio.»

De los derechos de autor dice Jordi Martí que oscilan entre el 5% y el 12%, y no porque algunos escritores estén especialmente favorecidos, sino porque, «aunque cada escritor recibe el 5% ó 6%, la diferencia se la llevan algunas editoriales a las que se han tenido que comprar los derechos de algunos libros».

El nombre de la colección, Club Bruguera, que en puridad no es más que la serie de iniciales de Colección Universal de Literatura Bruguera, tiene, en cambio, connotaciones de palabra escogida, clave, coleccionable. Aunque Jordi Martí dice que «fae un hallazgo feliz, una feliz idea», lo cierto es que la palabra club funciona como el intermediario ideal entre la idea de literatura como coto cerrado, inaccesible y que confiere un status de calité, con los lectores potenciales, o mejor, los potenciales compradores, habitualmente alejados de ese mundo, al que, por otra parte -y como ya enseñó Della Volpe, entre otros-, une una reverencia paralizante a efectos de participación cultural. Comprar esta colección sería, pues, entrar en el club de la cultura, que no hay que olvidar que es uno de los atributos del confort, a estos efectos. «Nuestro intento», dice Jordi Martí, «es llegar a todos: a los habituales y a los que no lo son, No pretendemos que la gente lea un libro por semana, pero se puede tener el libro para leerlo después.» «Queremos», dice, «ensanchar el estrato de lectores, y también llegar a los que ya te nemos con una colección de extraordinaria dignidad.»

La manera de llegar se llama, naturalmente, estudio de mercados, marketing, y los datos que se dan en este artículo son sólo unos pocos de los que se utilizan, o al menos de los que intervienen. «Hemos querido», dice por ejemplo, «un diseño sobrio y elegante, que al mismo tiempo llame la atención y que no canse, porque éstos no son libros de usar y tirar: son para toda la vida.» Colores alegres, pues, y una portada clásica. «Que el nombre del autor se vea grande y claro», porque, aunque no lo dice, los escritores venden; números redondos, ciento, para la colección entera, y medidas fácilmente instalables en una casa normal: la centena entera pesará aproximadamente veinticinco kilos, y medirá, en estante, algo más de dos metros. El último dato -y no, desde luego, el menos importante- es la selección de títulos y autores. Después de Truman Capote y Jorge Luis Borges -el paso entre la literatura-periodismo, la fiction non fiction del norteamericano, a la literatura químicamente pura, la ficción que engloba y convierte tal cualquier dato cultural del argentino- vendrán El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez; El americano impasible, de Graham Greene; Pantaleón y las visitadoras, de Maño Vargas Llosa; Adiós a las armas, de Ernest Hemingway; La colmena, de Cela; El amante de lady Chatterly, de D. H. Lawrence; Si te dicen que caí, de Marsé; Trópico de Cáncer, de Miller; El siglo de las luces, de Carpentier; La perla, de Steinbeck; La arboleda perdida, el libro de memorias de Alberti, y Para nacer he nacido, las de Neruda, y El perseguidor y otros relatos, de Julio Cortázar.

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