Washington bloqueará por mar Irán si Moscú veta las sanciones económicas en la ONU

Naciones Unidas El secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, dijo ayer que su Gobierno podría actuar unilateralmente y aplicar sanciones contra Irán, incluido un posible bloqueo naval, en caso de que el proyecto de resolución presentado anoche por Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sea vetado por la Unión Soviética.

En una entrevista con la cadena de televisión N BC, Vance se negó a descartar la posibilidad de que Estados Unidos imponga un bloqueo naval a Irán, como represalia por la retención de cincuenta rehenes norteamericanos desde hace ya 70 días. El secretario de Estado anunció también que Washington ha decidido seguir adelante con la petición de sanciones internacionales contra Irán y que un proyecto de resolución. redactado en términos muy duros, sería presentado anoche en la reunión del Consejo de Seguridad.Irán respondería con la guerra a un posible bloqueo rnarítimo de Estados Unidos en el golfo Pérsico, manifestó ayer el ministro de Comercio, Rezha Sadr, en Teherán.

En unas declaraciones a la agencia Pars, Sadr recordó que los suministros de petróleo a Occidente dependen del tráfico a través del estrecho de Hormuz, y que un bloqueo en la zona desembocaría en una guerra.

El proyecto afirma que la retención de los rehenes norteamericanos supone una «constante amenaza a la paz y la seguridad internacionales » y, tras recordar las resoluciones del Consejo de Seguridad de los días 4 y 31 de diciembre, en las que se pidió la liberación de los rehenes, y el fallo del Tribunal Internacional de La Haya, pide a los países miembros de la ONU que impongan sanciones económicas y comerciales a Irán, mientras los rehenes continúen en cautividad.

Estados Unidos pide que se suspenda el envío a Irán de cualquier mercancía o producto, con la única excepción de alimentos y medicinas. Pide, asimismo, que se impida el transporte, por tierra, mar y aire, de productos dirigidos a Irán, y que se nieguen créditos y préstamos a instituciones, empresas y personas residentes en Irán. El proyecto de resolución solicita, asimismo, de los países miembros de las Naciones Unidas que reduzcan al mínimo el personal de las embajadas iraníes en sus países, y que recomienden a sus nacionales la no participación en proyectos industriales en Irán o en cualquier actividad que sirva para evadir las sanciones contenidas en la resolución.

Negativa soviética

Aunque diplomáticos norteamericanos aseguraban anoche que la resolución contaba con los nueve votos necesarios para ser aprobada en el Consejo de Seguridad. el embajador soviético. Olez Troyanovski. dejó bien clara la intención de su Gobierno de bloquear mediante el derecho a veto las sanciones contra Irán.

Troyanovski explicó que su país ha condenado la toma de personal diplomático como rehenes, porque viola, entre otras normas. la Convención de Viena. Pero la Unión Soviética no ve justificada la imposición de sanciones. ya que de la actual situación no se deriva peligro para la paz o la seguridad internacionales. Un voto negativo de la URSS conlleva el veto Y el consiguiente rechazo de la resolución, aunque ésta cuente. como parece, con los votos favorables de China, Francia. Gran Bretaña, Noruega, Portugal. Filipinas. Nigeria, Jamaica, Túnez y Estados Unidos.

Una vez producido el veto soviético, los norteamericanos podrán optar por hacer lo mismo que en el caso de Afganistán. es decir, llevar el problema ante la Asamblea General, donde no existe el poder de veto, o bien actuar unilateralmente o en conexión con sus aliados e imponer las sanciones económicas contra Irán. La posibilidad de un bloqueo naval, que no descartó ayer Cyrus Vance, supone un grave paso en la escalada de la crisis, algo que no parecía inminente.

Posición española

El debate sobre Afganistán continuó durante toda la jornada de ayer en la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la intervención de una treintena de oradores. Un proyecto de resolución, prácticamente idéntico al vetado por la URSS el pasado lunes en el Consejo de Seguridad, fue presentado con el patrocinio de diecisiete naciones tercermundistas. El proyecto de resolución «deplora» la intervención armada en Afganistán y pide la retirada «total, incondicional e inmediata» de las tropas extranjeras, sin citar en ningún momento a la Unión Soviética. El embajador español en las Naciones Unidas, Jaime de Piniés, intervino ayer ante la Asamblea General para expresar «la preocupación de mi Gobierno por la agresión militar soviética, violando la independencia política de Afganistán».

El representante español hizo un llamamiento «para que la Unión Soviética medite sobre las graves consecuencias que su actuación puede producir en el mundo y para que retire inmediatamente sus fuerzas militares de Afganistán a fin de que este país pueda ejercitar las opciones políticas que tenga a bien llevar a cabo dentro de los procedimientos democráticos».

Los discursos ante la Asamblea General fueron, en la mayoría de los casos, una repetición de las palabras pronunciadas ante el Consejo de Seguridad. La Unión Soviética, sus aliados del bloque del Este y el nuevo régimen de Kabul insistieron en que las tropas soviéticas están en Afganistán a petición de este país y para hacer frente a una «agresión exterior». Los países occidentales y buena parte de los no alineados condenaron la intervención militar de la URSS y exigieron la inmediata retirada de sus tropas. Cuba, que preside el movimiento de los 95 países no alineados, no se había manifestado hasta el momento sobre esta cuestión, aunque había pedido turno para hablar ante la Asamblea General.

El debate se prolongará posiblemente toda la jornada del sábado, pues ya se habían inscrito otros veintinueve nuevos oradores, y no existía certeza anoche de si la votación podrá efectuarse el mismo sábado por la tarde o habrá de esperar hasta el domingo o el lunes. Del mismo modo, la cuestión de las sanciones económicas a Irán comenzó a ser discutida anoche por el Consejo de Seguridad y se esperaba una votación, con el previsible veto de la URSS.