Un clásico como fue
Cada vez que se presenta una obra clásica se replantea el tema general del teatro clásico, de cómo traerlo hasta nosotros, de cómo resaltar lo vivo y disfrazar lo muerto. Curioso país, en el que todo está siempre sin terminar, hasta el pasado más remoto. Fernando Fernán Gómez plantea un clásico de los más frecuentados, El alcalde de Zalamea, salvo licencias en la concepción y manipulación del decorado, el planteamiento es directo y regular, con un propósito esclarecedor. Sin negar validez a todos los ensayos y experimentos de trabajo con los clásicos, este trabajo de darlo con fidelidad a lo escrito y las intenciones de su autor ofrece un considerable descanso.Aparece la España del Renacimiento, fuera del barroquismo -aun siendo Calderón su autor-, sus problemas sociales, su contextura moral, sus problemas de castas, sus arquetipos, su canto a la honestidad, su acepción de la justicia, el establecimiento del poder real, hasta la cuestión de la hidalguía venida a menos. La dirección de Fernán Gómez ni siquiera ha subrayado todo ello: lo ha dejado vivir. Ha procurado que los medios humanos puestos al servicio del texto y la acción se correspondan con él. Ha estudiado en profundidad su personaje: el énfasis que tiene el arquetipo lo ha planteado con llaneza y sinceridad y ha logrado que sea distinto de los muchos ejemplos anteriores de interpretación: más humano, más hombre en todas las escenas, sacando toda la dicción del verso sin desbaratarlo, pero sin convertirlo tampoco en una instrumentación distinta del servicio de la obra.
El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca
Intérpretes: Carlos Canut, José Luis Alonso, Alfonso Delgado, Carmen Rossi, José Lavilla, Joaquín Kremel, Julio Sanchidrián, Fernando Ransanz, José A. Correa, Marisa Tejada, Emma Cohen, Fernando Fernán Gómez, Manuel de Benito, Gabriel Llopart, Antonio Varo, José Torres, Ignacio García, José Luis Barceló, José Ignacio Cano. Decorado y figurines de Javier Artiñano. A mbien tación musical de Jesús García Dueñas. Canciones de José Ignacio Cano y Juan José Rey Marcos. Versión y dirección: Fernando Fernán Gómez. Estreno: Centro Cultural de la Villa de Madrid.
Hay otros ejemplos interpretativos. El de Enma Cohen, en la misma línea de humanidad; el de Gabriel Llopart; es aceptable la aportación de Carlos Canut, la de Joaquín Kremel, pasable la de Julio Sanchidrián, Marisa Tejada, Carmen Rossi. No todos los demás llegan a la calidad mínima exigible. Es difícil hoy conjuntar un reparto tan amplio, y la más experta dirección no consigue sacar partido de quien parece negado para esa profesión.
El público sigue con atención, con interés, una trama lejana, unos conflictos lejanos, pero cuya herencia genética y un cierto conservadurismo tradicional viven, aun en forma de caricatura, en el tiempo presente. Y el clásico ve sus derechos de creación defendidos en esta versión.
Babelia
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