"El pecado consensual", nuevo libro de crónicas parlamentarias de Victor Márquez
Víctor Márquez Reviriego, redactor jefe de Triunfo, acaba de publicar una nueva colección de sus Apuntes parlamentarios, que escribe semanalmente en la citada revista y que han sido esta vez recogidos bajo el título El pecado consensual. El libro es de bolsillo y ha sido editado por Argos-Vergara.El libro anterior de Víctor Márquez Reviriego sobre los debates parlamentarios fue publicado por la editorial Saltés con el título La tentación canovista. «De hecho», dice ahora el autor, «El pecado consensual es una segunda parte, porque relata plenos de la misma legislatura. Las crónicas de este libro tratan, casi todas, de los debates constitucionales. El libro acaba con el pleno en que el Rey sanciona la Constitución.»
Luego viene el consenso, que es la estrella del libro de Márquez Reviriego. Pero lo que más importó en esa cercana época parlamentaria fue el ambiente que hizo posible ese consenso. «Yo creci», afirma Victor Márquez, «que muchas veces el ambiente define más una situación que el tema que se trata en esa situación. Cuando se discutía la Constitución, por ejemplo, los mayores acuerdos se producían a veces después de que tuvieran efecto los atentados. Es decir, que el temor a una posible involución o lo comprometido de la situación general llevaban al sacrificio de pequeñas o no tan pequeñas diferencias entre los diversos grupos. »
En el libro anterior de Víctor Márquez sobre la vida parlamentaria había una especie de desencanto acerca del desarrollo de los debates, protagonizados casi siempre por las mismas personalidades. ¿Persiste esa decepción? «Acaso sí», cree Víctor Márquez. «Por aquello de la exactitud, vamos a ir a una cuantificación. De los más citados en La tentación canovista (Suárez, veinticuatro veces; Fraga, 37; Felipe González, veintitrés; Alvarez de Miranda, veintiocho; Martín Villa, veintiuna; Peces-Barba, veinte; Tamames, veintidós ... ), siguen primeros en la liguilla: Fraga, con 38, Peces-Barba, con veintitrés; Suárez, con veinticuatro; Pérez Llorca, con diecisiete, y Tamames, con dieciséis... Carrillo y Felipe están con trece. No quiere decirse que estos sean los mejores oradores (buenos oradores hay pocos), claro está, sino los más habituales o los señores que más tuvieron que ver en lo escrito. El que sale mucho en ambos libros es Dios, que, naturalmente, no era diputado.» En el Senado, recuerda Víctor Márquez, citaba a Dios Fidel Carazo, parlamentario soriano que se constituyó «en una especie de defensor Dei». «En el Congreso», señala el autor de El pecado consensual, «el que más lo cita es Santiago Carrillo, que es muy pío.»
A los debates parlamentarios, Víctor Márquez se enfrenta «sin prejuicios. Alguien dijo que el periodista tenía que ser siempre parcial y nunca subjetivo. Yo soy al revés: intento ser imparcial, pero siempre subjetivo. La subjetividad es lo que da valor a lo escrito. Hay otro tipo de periodismo en el que la subjetividad no cuenta, pero que es un periodismo excelente, pero no sirve para una crónica, que es algo personal y subjetivo. Modestamente yo intento dar toda la información que puedo, a ser posible distinta y complementaria de la que dan los diarios, pero siempre trato de añadir algo personal».
En sus crónicas parlamentarias, Víctor Márquez manifiesta no seguir a nadie, «aunque en tiempos ya algo lejanos, por necesidades académicas, tuve que repasar muchos Diarios de sesiones del siglo XIX y a cronistas de entonces, como Fernán Caballero. De todas formas, la tradición de cronistas es bastante rica e incluye nombres como los de José Antonio Primo de Rivera y Santiago Carrillo, pongamos por caso. Supongo que algo se me habrá pegado de todos».
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