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La crisis en Asia Central

Afganistán ha abierto una brecha entre Moscú y los países árabes

La intervención soviética en Afganistán ha abierto una brecha entre Moscú y los países árabes, incluso entre sus aliados tradicionales. Así opinan medios diplomáticos árabes de la capital argelina, en los que se pone, como ejemplo, el embarazoso silencio que manifiesta el régimen argelino y el cuidado extremo de sus órganos informativos oficiales, en el sentido de no adoptar por ahora una posición definida.

País islámico y miembro de los no alineados, la entrada de tropas soviéticas en Afganistán crea un malestar a los regímenes árabes, aunque ninguno de ellos haya tomado iniciativa alguna para convocar una cumbre islámica destinada a analizar el tema.La Unión Soviética ha informado a los países árabes progresistas, a través de sus canales diplomáticos, que su asistencia militar al nuevo régimen afgano obedecía a impedir que este país se convirtiera en una nueva «base imperialista», destinada a cercar al régimen islámico iraní. Esta tesis era la que podía suscitar una mayor comprensión de esos países árabes, al menos en el plano emocional, pero por el momento tampoco parece haber surtido efectos.

De todos los países árabes, solamente Yemen del Sur, donde domina un régimen de corte marxista, ha aprobado la intervención soviética, mientras que en Siria el rotativo progubernamental Tichrine la justificaba en términos comedidos. Damasco, oficialmente, sigue observando un silencio absoluto.

La Organización para la Liberación de Palestina (OLP), a la que el nuevo régimen de Kabul ha solicitado un apoyo diplomático, no ha tomado posición ni ha examinado, a través de su consejo ejecutivo, esta petición. Los círculos diplomáticos árabes en Argel no descartan, sin embargo, que la URSS solicite a Yasser Arafat un gesto personal.

En la capital libanesa fuentes palestinas han declarado que no hay que esperar una reacción de esa naturaleza y ayer en todas las mezquitas de Beirut se prorrunciaron requisitorias contra la intervención soviética.

El dilema que causa a los árabes los acontecimientos de Afganistán se ve reflejado, en particular, en la actitud de los iraquíes, que dependen tal vez más que otros de los suministros militares soviéticos. Bagdad no ha reaccionado oficialmente, pero el órgano del partido Baath, en el poder, ha condenado a los soviéticos, a quienes acusa de haberse conducido «tan lamentablemente como los norteamericanos» en sus relaciones con los países del Tercer Mundo.

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Argelia, veloz en reaccionar cuando se trata de un conflicto en el que se comete una agresión contra un país miembro de los no alineados, mantiene un hermetismo total, que contrasta con la relativa rapidez con que se había reaccionado aquí al conflicto chino-vietnamita. El caso afgano difiere, según medios diplomáticos occidentales, en la medida en que concierne al principal proveedor de las fuerzas armadas argelinas.

El órgano oficial del Frente de Liberación Nacional, que se publica puntualmente los jueves, no ha aparecido esta semana, lo que constituye otro detalle suplementario.

Por el contrario, la agencia oficial de prensa argelina viene tratando la intervención soviética en base, sobre todo, a los despachos de la agencia soviética Tass, en contraste con el rotativo gubernamental El Mudjahid, quien se preocupa de dar una información más equilibrada.

La posibilidad de una reacción oficial argelina no está todavía descartada, pero si se produce, sus efectos se verán considerablemente limitados por su carácter incomprensiblemente tardío.

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