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LA CRISIS EN EL MUNDO ISLÁMICO

El régimen argelino, preocupado ante el resurgir del radicalismo arabizante

La persistencia de las manifestaciones de estudiantes argelinos, en defensa de una arabización acelerada, la aparición, incluso, de una versión argelina del «muro de democracia» constituido por carteles y pancartas, colocados ante la facultad de Derecho de Argel, en los que se ataca el empleo de la lengua francesa en la Administración y la función pública, han creado un grave problema al régimen argelino. Consciente de la complejidad del dilema, este último intenta fijar las etapas razonables y hallar soluciones idóneas a un tema íntimamente relacionado con la propia personalidad del individuo.

La arabización completa de los argelinos había sido ya definida por el entonces presidente Huari Bumedian, en 1970, como un «objetivo irreversible» que debía ser alcanzado a toda costa, en la medida en que éste consideraba que no había otra alternativa para defender la idiosincrasia y la personalidad de la población. En aquella época, Bumedian consideraba que la arabización era un requerimiento más ambicioso que la revolución agraria y la industrialización.A instancias de Bumedian fue creada, en 1970, una comisión nacional de arabización que se trazó como misión lograr que el árabe constituyera la única lengua de trabajo, en todos los sectores de actividad del país, en un margen «de pocos años». Los propios ministros del gabinete tuvieron que asistir a sesiones de «reciclaje», mientras que la prensa era objeto de un cuidado especial, en el sentido de reducir el número de órganos de expresión francesa.

Recuperar la personalidad islámica

Los resultados fueron poco esperanzadores si se tiene en cuenta que, seis años más tarde, el régimen argelino tuvo que adoptar un método «más expeditivo» al crear una nueva «comisión nacional de arabización del contexto ambiental», a la que se encargaba de «recuperar la personalidad islámica».

Las autoridades recordaron entonces que uno de los preceptos del Islam afirma la necesidad de estudiar «incluso si debes ir a China» y pidieron a los argelinos que lo necesitaban el integrarse en una vasta campaña de alfabetización dispensada en cada una de las 3.035 mezquitas del país, transformadas circunstancialmente en aulas. Una experiencia de ese tipo había sido realizada, con bastante éxito, a fines de 1970.

La comisión nacional sugirió que todos los programas de radio y televisión y todos los periódicos, con la excepción de uno solo, emplearan el árabe y pidió a los funcionarios de la censura un control más firme de la importación de publicaciones extranjeras «contrarias a la política del Gobierno...»

La constitución de «comisiones de arabización» a nivel de wilaya o provincia, desembocó en la formación ulterior de verdaderos «comandos» encargados de borrar, con pintura, toda traza de inscripciones e n lenguas extranjeras. En pocas semanas la fisonomía de Argel, Orán y otras localidades importantes fue radicalmente transformada, lo que no dejó de suscitar el descontento de comerciantes, que deseaban mantener la denominación francesa de sus establecimientos.

El impacto iraní

Dentro de un contexto social diferente, marcado por un mayor nivel de desarrollo, el régimen actual argelino se enfrenta ahora a las protestas de los estudiantes.

Luego de haber permanecido en silencio, durante varios días, los mismos afganos informativos han emprendido una campaña de críticas en la que se emplean, curiosamente, calificativos muy similares a los utilizados en 1976 contra los difusores de «Radio Trottoir» («Radio Acera»).

El «activismo retrógrado y decadente» de un sector de la Universidad ha sido denunciado, implícitamente, por la prensa, a la vez que se barajan toda una serie de argumentos tranquilizadores. El verdadero problema, afirman los medios oficiales, es adaptar los medios a los objetivos y fijar etapas razonables de manera a no sacrificar el nivel cultural y el nivel y la dependencia cultural.

El régimen argelino intenta, con toda evidencia, impedir que el clima de tensión existente en una parte de la Universidad se transforme en rebelión abierta dirigida por una «minoría de exaltados». Lo cierto es, sin embargo, que el impacto de la revolución iraní en Argelia es bastante visible, por lo menos en el marco integrista y en el incremento considerable del número de jóvenes que visitan las mezquitas.

Si la arabización es considerada, por el régimen, como un objetivo consagrado por todos los textos básicos de la revolución, ésta debe ser realizada, según el presidente Chadli Benjedid de una manera «metódica y científica», con el fin de garantizar la apertura de Argelia a todas las lenguas vivas y a la civilización universal.

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