El presidente Suárez
La política de información e imagen del presidente Suárez es tan nefasta o nula que le está destruyendo al él mismo y haciendo inútiles todos sus esfuerzos.Ganó las primeras elecciones generales, y el gran triunfador fue el PSOE; ganó sorprendentemente las segundas, y antes del mes su imagen fue hundida en el acto de investidura y la izquierda le arrebataba los ayuntamientos, cosa ¡lógica después de un reciente triunfo en las generales; si conseguía el Estatuto vasco «iba» a convertirse en un gran estadista, según la prensa democráfica. pero ésta sigue tratándole con la misma desconfianza y como si fuera más tonto que el último de los periodístas; trajo las autonomías, y todas las manifestaciones nacionalistas son contra el Gobierno centralista de UCD. Y hasta en Televisión, donde dicen que manda tanto, han fichado como figura política a Felipe González, y al líder de UCD y presidente del.Gobierno le vemos solamente en los inevitables apretones de manos a las personalidades extranjeras, y en las raras ocasiones en que nos dejan oír su voz en algún discurso, eligen sólo eso tan brillante de «quiero agradecer sinceramente...»
Los viajes al extranjero del presidente, los convierten. muchos medios de comunicación, en fracasos y ridículos, cuando la realidad suele ser precisamente lo contrario, y además demuestra la falta de patriotismo e infantilismo de muchos informadores, ya que los Gobiernos tienen sus protocolos y no se invita a nadie para humillarle personalmente -al margen, del mayor o menor éxito en las conversaciones-, y además a santo de qué tendrían que hacerlo.
El presidente Suárez se está aislando peligrosamente del pueblo, siempre nos falta su versión, su opinión o sus explicaciones, y si las hay son tan ambiguas que ni se tienen en cuenta. Pero la gran paradoja es que Suárez ha sido el político español más popular de este siglo, y que está especialmente dotado para el contacto con las personas, hasta el punto de calificársele de convincente, fascinante y hasta de mago.
Los auténticos motivos de esta actitud sólo él los sabe, aunque la culpa, desde luego, pertenece a muchos más.
