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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Carta abierta al secretario de Estado para la salud

Es un hecho que las estructuras sanitarias de los españoles están enfermas. No se puede interpretar de otro modo la «lluvia» de ceses de cargos directivos de los hospitales que se están produciendo. De pronto parece como si existieran prisas por modificar estas estructuras. Ni en las situaciones de centralismo más extremas, se han estado seleccionando «hombres leal es y obedientes», incluso a costa de tener que cesar a profesionales eficaces.Cuando el profesor Segovia de Arana fue nombrado secretario de Estado, el esfuerzo de la Administración por formar profesionales competentes en la dirección de hospitales, que se estaba afrontando desde hacía tiempo, sufrió un revés, un parón, incluso un cambio de política fundamental. Lo que al profesor Segovia de Arana le interesa, por encima de la eficacia en el uso de los recursos, es que la estructura directiva de las instituciones sanitarias se basa en la promoción de sus «hombres obedientes».

Es claro que los hospitales están cada vez peor porque el ministerio no es capaz de afrontar estas deficiencias. Es más, parece como si se tuviese interés en destruir lo único que, según los expertos internacionales, funciona aceptablemente en el sector sanitario; es decir, los hospitales. Se está provocando una desestabilización de la medicina hospitalaria en función de que se anteponen intereses, políticos a exigencias técnicas.

Resulta incongruente consumir recursos importantes en sostener la Escuela de Gerencia Hospitalaria, como organismo del ministerio, para la profesionalización y especialización de directores y gerentes dé hospitales, y después no utilizar estos técnicos sanitarios en las funciones específicas para las que han sido formados.

Gracias a los esfuerzos y dedicación de los médicos asistenciales hospitalarios, el desarrollo y prestigio de nuestras especialidades, a pesar de los criterios de las facultades de medicina, ha alcanzado relieve internacional. Es absolutamente irracional implicar, para posteriormente responsabilizar, a estos profesionales en la actual crisis sanitaria, reflejado de la nefasta política económica nacional, y al mismo tiempo para complicar aún más la situación, se pretende dar entrada a los catedráticos en la realización de funciones, para las que están incapacitados técnicamente.

Esta situación tan desastrosa es una consecuencia más de la frivolidad de la secretaría de Estado, en uso de su habitual política dictatorial, exenta de todo espíritu de diálogo con las organizaciones cualificadas.

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