Pujol y Reventós, los candidatos con más posibilidades para presidir la Generalidad
Cuando faltan aproximadamente tres meses para su elección por el primer Parlamento catalán de la posguerra, sólo dos personas aparecen con posibilidades reales para llegar a ser el primer presidente de la nueva Generalidad plena. Se trata del nacionalista Jordi Pujol y del Socialista Joan Reventós. Todas las fuentes parlamentarias consultadas por este diario coinciden en que no hay otros candidatos con posibilidades reales.
No obstante, las mismas fuentes coinciden en señalar dos salvedades importantes: el papel decisivo que en la elección jugarán las dos fuerzas situadas a la derecha y a izquierda de los dos candidatos indicados (centristas y comunistas, respectivamente), cuyos votos serán imprescindibles para una u otra solución, y el temor de una maniobra de última hora por parte de Tarradellas.Este segundo aspecto se concreta en la disposición cuarta del Estatuto de Autonomía de Cataluña, que afirma: «Previo acuerdo con el Gobierno, el consejo ejecutivo de la Generalidad provisional convocará las elecciones en el término máximo de quince días desde la promulgación del presente Estatuto. Las elecciones deberán celebrarse en el término máximo de sesenta días desde el de la convocatoria.» Como se recordará, Tarradellas, a finales de 1978, se negó inicialmente a convocar a los parlamentarios catalanes que debían ratificar el entonces proyecto de Estatuto de Autonomía de Cataluña, y hace tan sólo unos meses intentó evitar la convocatoria del referéndum popular que debía aprobar el Estatuto. En base a ello, existe el temor de que ahora Tarradellas intente violar la disposición citada del Estatuto, argumentando una pretendida falta de acuerdo con el Gobierno central.
En sus recientes declaraciones a Europa Press, efectuadas el día antes de la publicación del Estatuto en el Boletín Oficial del Estado, Tarradellas decía: «No sé cuándo será sancionado (el Estatuto) ni qué piensa el Gobierno.» Afirmaba también: «Tal como se prescribe en el Estatuto de Autonomía, para poder convocar las elecciones tenemos que ponernos de acuerdo con el Gobierno de Madrid.» Implícitamente, lo que lógicamente se pensaba como .mera formalidad, podría ser transformado por Tarradellas en un largo problema.
En la actualidad, las posiciones oficiales de los partidos respecto aljuego de alianzas con relación a la elección del primer presidente de la Generalidad plena son confusas. Se trata de una confusión en casos deliberada y de orden electoral.
Así, los socialistas han anunciado ya que no desean un acuerdo con Pujol que excluya a los comunistas y han expresado también una voluntad de coincidencia con estos últimos. Pero esta postura oficial es de hecho perfectamente modificable. Fuentes del partido de Pujol la consideraron así y afirmaron que ellos están dispuestos a pactar con los socialistas, solicitando menos consejerías incluso que los comunistas, siempre y cuando los socialistas resulten, una vez más, ser la primera fuerza electoral catalana, lo cual aparecía dudoso a las fuentes mencionadas.
Para el partido de Pujol, la forma de que su líder llegara a la presidencia de la Generalidad, consistiría «en jugar la carta UCD y paralelamente, en menor grado, la carta comunista, en base a que estos últimos mantengan la candidatura testimonial de Benet. UCD y nosotros podemos obtener incluso más del 50% de los votos, con lo cual esta maniobra sería innecesaria».
También fuentes del partido de Pujol informaron a este diario que un sondeo efectuado para su partido por Metra'Seis, ha indicaco que su porcentaje de votos incrementaba en seis puntos con relación a los obtenidos el pasado 1 de marzo, y en tres puntos con relación al pasado 3 de abril. No obstante, hay que añadir que la fuente se negó a facilitar el texto del resultado del sondeo de opinión, con lo cual este dató debe ser tomado con reservas, ya que pueden existir matices que alteren el dato simplificado ahora facilitado. Según la fuente, los grandes perdedores de votos, los acuerdo con el referido sondeo, serían los comunistas. La misma fuente afirmó que la derrota de los «españolistas» de Folchi hacía a los centristas más temibles electoralmente, pero que también facilitaba las posibilidades de pacto.
Por parte socialista hay una clara confianza en la victoria de Reventós a la hora de elegir un presidente de la Generalidad. Pero las diversas fuentes socialistas consultadas han sido poco capaces de precisar su táctica poselectoral en el seno del Parlamento autonómico catalán. Su única inquietud actual es la elaboración de las listas. Todo el interés del colectivo procedente del autodisuelto PSOE catalán es evitar que Narcís Serra esté en dichas listas, pese a que, aparentemente, el cargo de diputado en el primer Parlamento sea incompatible con el de alcalde.
Serra hubiese sido una excelente baza ajugar a la hora de una posible alianza con fuerzas situadas a la derecha del Partido Socialista, que le consideran más capaz y más moderado que Reventós.
Este último es ya casi unanimemente acusado, dentro y fuera de su partido, de falta de energía. Desde la derecha ello es visto con temor y como indicio de una posible transformación en in peón de los comunistas. Desde el catalismo, el mismo temor existe ante la posibilidad de que Reventós sea usado por la dirección central del PSOE.
Los centristas catalanes son aquéllos que, sin posibilidades propias, «pueden mejor inclinarla balanza hacia un lado u otro. Durante meses, sus elogios hacia Reventós contrastaban con las críticas que recibía Pujol. Pero en estas últimas semanas se ha establecido un cierto equilibrio. El hecho que Pujol en persona haya tenido que efectuar gestiones relacionadas con la aprobación por el Banco de España de la penetración de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorro en Banca Catalana, ha contríbuido a que el Gobierno constate que existen razones financieras que limitan a Pujol. Pero este tipo de argumentos también pueden ser útiles respecto a Reventós, perteneciente, como es bien sabido, a una de las familias más ricas de Cataluña. Pese a todo, los centristas catalanes aparecen como más indecisos que los comunistas, quienes juegan perfectamente la alternativa Benet -en cuyas posibilidades no creen- como elemento de presión respecto,alos socialistas y como moneda de cambio con relación a Pujol y los propios centristas.
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