Un recital ejemplar de García Asensio y Agustín Serrano

Un gran rigor artístico y profesional define las versiones y la vida de músico de José Luis García Asensio. Se advierte ya en la confección de los programas. El ofrecido dentro del Ciclo de Música de Cámara y Polifonía (una creación de la Dirección General de Música que en poco tiempo se ha tornado decisiva) fue equilibrado, serio, autoexigente: Bach, Mozart, Ravel y un estreno de Leighton. Como encore, de nuevo Mozart.Kenneth Leighton es un compositor inglés (Wakefield, 1929) cuyo nombre se extendió relativamente por Europa cuando en 1956 ganó, en Bolzano, el Premio Busoni de composición con la Fantasía contrapuntística para piano. Había estudiado en su patria con Bernard Rose y Pollard, para ampliar horizontes en Italia con Goffredo Petrassi. Sus tres conciertos (violín, cello, viola-arpa-timbal), su Sinfonía sacra, su cantata The light invisible, sus cuartetos, se enriquecen con las Metamorfosis, estrenadas por García Asensio y Serrano.

Por ellas asoma una naturaleza de buen compositor, un dominio de la escritura instrumental, una invención poética que se mueven en un esquema ideológico tan ligado a la tradición como asimilador de un modernismo en la línea Strawinsky-Bartok-Britten. Domina, sin embargo, un acento personal muy expresivo, capaz de saltar las bardas de la minuciosa técnica variativa y los apriorismos de cualquier influencia. La obra, interpretada por García Asensio y Agustín Serrano de modo centelleante, obtuvo un gran triunfo.

No es raro que lo lograra la estupenda Sonata, de Ravel, compuesta al filo de su viaje a América e influida de norte americanism o a la Gershwin. Hasta hay un tema de Un americano er París, página rigurosamente contemporánea de la Sonata. ¿Quién rindió homenaje a quién? Recordemos la anécdota: Gershwin. solicita clases de Ravel. El autor de Dafnis responde: «¿Para qué quiere usted ser un mal Ravel si ya es un excelente Gershwin?»

El dúo García-Asensio definió con exactitud el espíritu y la letra de la obra, como antes había hecho con la Sonata en la mayor, de Bach, y la en Si bemol, K. 454, de Mozart. Y es que junto a los altos méritos de García Asensio (versatilidad, lirismo comedido, bello sonar, firme construcción, fluida dialéctica) están los de Agustín Serrano, músico de tantas y tan varias posibilidades e ideal intérprete de los géneros camerísticos. En resumen: un recital ejemplar en el que sólo faltó algo de música española, tan cultivada en Londres por García Asensio como solista y con su English Chamber Orchestra.

"Herbania" de Tomás Marco

La última vez que vi en París a Rafael Puyana me habló con subido entusiasmo de Herbania, la pieza para clave que ha estrenado en Madrid Elena Chojnavska. Se trata, en efecto, de una de las formas breves más bellas salidas de la pluma del compositor madrileño. Herbania (denominación romántica de Fuerteventura, en donde Marco ideó y realizó su obra) enlaza, no obstante su lenguaje actual, con el clavecinismo español, de los siglos XVII y XVIII. Enormemente virtuosística, uno de sus «formantes» es el «punteado» sobre una misma nota que alterna con pasajes de carácter melódico más expresivo. Suerte de brillante, luminosa y fluida Toccata, es lógico que Herbania haya pasado inmediatamente el repertorio clavecinístico contemporáneo de mayor éxito.