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Reacción en España

José Luis Aranguren declaró que «me produce una gran tristeza esta tendencia, que por lo demás ya se preveía, a la involución teológica y la cerrazón eclesiástica... Por lo demás, la estrategia de condenas equívocas me perturba mucho como creyente, por el cultivo deliberado de la ambigüedad que ellas contienen». Se está refiriendo, con estas palabras, el profesor Aranguren, al hecho de que el teólogo alemán no haya sido excluido de la Iglesia católica, pero sí de la docencia, a la vez que se le niega la condición de teólogo católico.

José María Diez Alegría, teólogo y escritor, piensa que «se trata de un hecho muy preocupante, aunque para dar un juicio técnico necesitaría uno tener mayor documentación. De todos modos, para declarar con verdad que un teólogo no es católico tendría que constar con certeza que niega frontalmente algún estricto dogma declarado por el magisterio infalible de la Iglesia. Creo que no es este el caso de Hans Küng». Ante el matiz de que Hans Küng no sea excluido de la comunidad creyente, pero sí de la identidad de teólogo católico, José María Díez Alegría opina que «habría que decir que Hans Küng, por lo menos, es un católico teólogo... Y esto es una situación, dentro de su dramatismo, no exenta de humor».

Manuel Suances, doctor en Filosofía y buen conocedor de la teología actual cristiana, considera que la advertencia de Roma sobre Hans Küng me ha recordado instintivamente la que hace unos años se hizo sobre Teilhard de Chardin. Hans Küng tiene un conocimiento tan extraordinario de los sistemas filosóficos científicos modernos que no conozco historia de la filosofía moderna que lo iguale. Respeta esos sistemas humanísticos haciendo ver sus valores y sus límites de cara a la fe. Acepta, sin miedo, el reto de estos humanismos y, valorando su aportación a la causa del hombre, hace ver su insuficiencia con respecto a la última opción, la de la aceptación de Dios; todo ello, dejando al lector ante una postura de enorme libertad. Esa misma aceptación de Dios, al final de su recorrido, está cargada con toda la riqueza cultural del hombre actual, haciendo así una teodicea a la altura del hombre moderno formado. Al igual que Teilhard, y creo que completándole, inicia un diálogo entre el cristianismo y la ciencia actual, que me parece sobremanera urgente en este momento. En una palabra, creo que su separación de la docencia supone la pérdida de un gran maestro».

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