_
_
_
_

Marruecos sólo ve una solución militar para el Sahara

Ya no queda lugar para las ilusiones: después de la tercera cita fallida entre los principales antagonistas del conflicto del Sahara sólo la guerra entre Argelia y Marruecos, a corto o largo plazo, es en teoría posible.

La trascendencia dada el martes por el ministro marroquí de Exteriores, Mohamed Bucetta, a su conferencia de prensa, significada en la extensión de la invitación a los jefes de prensa de las embajadas acreditadas en Rabat, a pesar de lo poco novedoso de la exposición del ministro, sugiere que Marruecos percibe claramente la gravedad del momento. Con las puertas de la ONU y de la OUA cerradas, aislado entre los no alineados, y habiendo fallado a la cita de la última cumbre árabe de Túnez, la única organización que no le es a priori hostil, el rey Hassan II ha optado, como él mismo declarara a la revista Time la semana pasada, por una «presolución» militar del conflicto.Su actitud corresponde al estado de ánimo que prevalece en el país. Sólo el Ejército es eficaz, sólo el Ejército está organizado y es disciplinado, y sólo el que no ha sufrido ninguna derrota comparable a las de la diplomacia -se escucha cada vez. con mayor énfasis en Rabat- es capaz de garantizarle a Marruecos la posición de fuerza que busca para negociar. Pero ¿negociar qué? La conferencia de Bucetta citada es concluyente a este respecto. Negociar solamente la tensión que prevalece en la región y que implica exclusivamente a Argelia y Marruecos, según el ministro. Rabat considera que la descolonización del Sahara ya ha concluido y que su integridad territorial es sagrada. Para ello, y con la creación ya anunciada de dos nuevos contingentes Uhud, dispondrá de una formidable fuerza móvil de intervención, perfectamente equipada, de cerca de 30.000 hombres, que se unirán a los 70.000 encargados de la defensa estática de los principales puntos habitados del territorio.

Depósitos secretos del Polisario

A pesar de la impresión generalizada entre los observadores extranjeros de que los tres contingentes Uhud serán ineficaces para combatir al Polisario, el ejército marroquí considera que la escalada de esta organización en los últimos tiempos sólo ha sido posible gracias al establecimiento en el interior del Sahara de una notable cantidad de depósitos secretos de gasolina, agua, municiones y armas y viveres. Destruyendo éstos las Fuerzas Armadas Reales confían en obligar al Polisario a regresar a sus bases iniciales de Argelia y ahora también de Mauritania, lo cual colocará con mucha mayor claridad a ambos países, militarmente, frente a Marruecos.Pero el conflicto no se limita hoy a la confrontación de dos supuestos hegemonismos, como se han acusado mutuamente Rabat y Argel. En su entrevista a la revista Time ya mencionada, el rey Hassan II ha reiterado que, con Argelia ya al Este, Marruecos no puede tolerar bajo ningún concepto la creación de un Estado marxista y satélite de la URSS en su frontera sur.

Esta posición, que sitúa al conflicto en la confrontación Este-Oeste global en Africa, si bien no es nueva, adquiere una dimensión diferente a raíz del resurgimiento del islamismo y la polarización a favor o en contra de Jomeini del mundo árabe.

En Marruecos es cierto que no existe un clero comparable al iraní y, por tanto, la religión no cuenta con esa infraestructura. El hecho de que el rey Hassan II sea un auténtico presidente, jefe del Ejército y, sobre todo, jefe de los creyentes (Emir al Munimin) ha dado a los dirigentes marroquíes a este respecto una confianza que, no obstante los sucesos de la mezquita Al Haram, de La Meca, ha turbado un tanto.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

A pesar de esa tranquilidad, el integrismo musulmán puede presentarse en Marruecos como una alternativa al fracaso tanto del capitalismo occidental, incapaz de garantizar una mínima justicia social, como al marxismo, que, como demuestran las intervenciones de la URSS en Africa, tiene sus intereses hegemónicos propios. Como teoría política, el marxismo ha sido igualmente incapaz de penetrar en unas sociedades donde la religión no es solamente para solaz del espíritu, sino un modo de vida. Para estas sociedades, el capitalismo occidental y el marxismo aparecen como igualmente irreverentes con sus valores.

Al proclamarse claramente solidario del mundo occidental en Africa, Hassan II puede restarse a sí mismo margen de maniobra cuando las repercusiones, por ahora lejanas, del resurgimiento islámico alcancen a Marruecos.

Algunos síntomas son, sin embargo, perceptibles. Principalmente en las Universidades, pero también en la actitud de algunos partidos políticos con respecto a la confrontación Carter-Jomeini.

Simpatías hacia Jomeini

El Partido Istiqlal, conservador y apegado a los valores espirituales de Islam, y los socialistas, han mostrado, aunque muy tímidamente, sus simpatías por la acción de Jomeini. Para agravar el problema, se extiende entre los marroquíes una suerte de encono contra sus ricos, no sólo los más occidentalizados, sino los que consideran incapaces de contribuir al esfuerzo económico de la guerra, hasta un punto que en muchas veces surge ya la palabra traición.Los presidentes africanos, reunidos en Monrovia sin el rey Hassan II, pueden sentirse tentados de condenarle una vez más. Aunque Marruecos cuenta por el momento con la ineficacia de todas las organizaciones internacionales para imponer sus resoluciones, parecen, sin embargo, pensar que, puesto que la visión del Sahara es unánime para todos los marroquíes. Africa terminará por comprender que no se puede llegar a soluciones que, traumatizando a un país, hipotequen el futuro de toda una región.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_