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PAIS VASCO

Escasos medios para controlar eficazmente la contaminacion en Bilbao

El índice de contaminación atmosférica descendió ayer en Bilbao. Así lo indican, al menos, las cifras suministradas a media tarde por la corporación administrativa del Gran Bilbao; sin embargo, el valor del dato es tan relativo como las medidas tomadas por el Gobierno Civil el pasado miércoles, para evitar llegar a una situación crítica. Y ello porque, en realidad, los sensores instalados en Bilbao miden únicamente la presencia de uno de los diecinueve componentes tóxicos del aire que respiran a diario los 800.000 ciudadanos que viven apiñados a ambas márgenes del Nervión, a razón de 6.000 por kilómetro cuadrado. En esas condiciones, las medidas administrativas que puedan tomarse no dejan de ser -o de arriesgar ser- palos de ciego.Hace ahora dos años, el director general de Medio Ambiente otorgó a la comarca del Gran Bilbao el calificativo de «ciudad más contaminada de España». Aquel mismo año, la CIMA (Comisión Interministerial del Medio Ambiente), había incluido en su informe anual una referencia a Bilbao como «una de las zonas más contaminadas de Europa»..Ambos juicios no hacían sino confirmar lo que todos los vizcaínos sabían por propia experiencia, y que los médicos del sanatorio antituberculoso de Santa Marina habían cuantificado al Conclair, en un informe presentado en su día a las autoridades, que el 45% de las enfermedades del tórax registradas en la provincia tenían su origen en la contaminación atmosférica.

Los datos suministrados ayer por la red de control confirmaron que la media había bajado, si bien en el sensor de la Feria de Muestras se registraba, a las seis de la tarde, una concentración de 716 microgramos por metro cúbico; es decir, ligeramente por encima del límite considerado admisible en la legislación vigente. Tal límite es, sin embargo, valorado en los medios especializados como excesivamente benevolente.

Por otra parte, la red de Madrid mide simultáneamente toda una serie de factores, y no sólo el anhídrido sulfuroso. Los sensores de Bilbao no registran, por ejemplo, el nivel de monóxido de carbono, el de óxido de nitrógeno o el de partículas en suspensión, cuyo efecto contaminante es, sin embargo, más grave que el del anhídrido sulfuroso. Dos sensores recientemente instalados por la Delegación Provincial de Sanidad -y cuyos datos no son sin embargo tenidos en cuenta a la hora de determinar oficialmente el nivel de emergencia alcanzado- registraron en los dos últimos días porcentajes de esos otros elementos que, con la ley en la mano, hubieran debido de terminar la calificación de la situación como de emergencia de primer grado.

A nadie debiera por ello extrañar que las medidas adoptadas por el Gobierno Civil respecto a las empresas teóricamente contaminantes hayan incluido órdenes tan curiosas como la de cambiar de tipo de fuel-oil a factorías que no consumen dicho combustible, o incluso la de dirigir tal orden a alguna que, como la central térmica de Burcena, ni siquiera estaba en funcionamiento.

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