Jomeini ordena la creación de un Ejército popular
«El pueblo tiene que estar preparado y debe aprender a disparar», decía ayer a los pasdaran (Guardias de la Revolución) el imán Jomeini. Mientras, la flota iraní seguía desplegada en el golfo Pérsico y, según viajeros procedentes de esa zona, se ha producido, al menos, una falsa alarma: un avión civil de Iran Air que transportaba peregrinos que volvían de La Meca fue tiroteado por error. El incidente no produjo víctimas y la aeronave, después de identificarse, pudo proseguir normalmente su viaje. Ayer tarde, la aviación civil iraní comunicaba a las compañías aéreas la necesidad de identificarse antes de entrar en su espacio aéreo.En el discurso de ayer, Jomeini dejaba en manos de los pasdaran la responsabilidad de instruir y armar a la población civil. «Tenernos que contar con veinte millones de jóvenes armados», afirmó.
Parece claro ya que, en esta segunda etapa de la revolución, marginados ya los moderados islámicos, triunfa la tesis que propugna la formación de un Ejército popular sobre aquella del ex primer ministro Bazargan que se inclinaba por restaurar las fuerzas armadas profesionales con que, contaba Irán hasta la víspera de la revolución.
En la actualidad, del antiguo Ejército imperial sólo quedan retales.
La orden de Jomeini de formar un Ejército popular no obedece sólo a la pobreza actual de sus fuerzas armadas, que se encuentran con la mayor parte del material inutilizable y cuyos efectivos o han huido o han sido fusilados o, simplemente, no saben ya a quién obedecer.
El domingo, en pocas horas, el Ministerio de Asuntos Exteriores anunció, y desmintió posteriormente, la inminente visita a las Naciones Unidas del responsable de la política exterior iraní, Bani Sadr. Todos los indicios apuntan al Consejo de la Revolución, que no habría visto bien el viaje del ministro a Nueva York. Por ahora, no se trata de una suspensión, sino de un aplazamiento: Bani Sadr llegará a Estados Unidos el próximo 5 de diciembre.
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El Partido Comunista y la extrema izquierda apoyan la vorágine revolucionaria jomeinista
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En los últimos días, las declaraciones de Bani Sadr podían haber parecido demasiado conciliadoras al Consejo de la Revolución. Preveyendo, quizá, correr la misma suerte que su cesado antecesor, Ibrahim Yazdi, Bani Sadr habría preferido aplazar el viaje antes de verse jubilado prematuramente por la vorágine de esta «segunda revolución islámica».
Nadando contra corriente, el ex primer ministro, Mehdi Bazargan, hablaba recientemente de las necesidades de modernización de Irán. Al igual que un sector cada vez más importante del bazaar, Bazargan venía a pedir a los mulajs que se retirasen a las mezquitas y que dejasen la política. Es esta una idea que va ganando peso entre amplios sectores de la clase media, que luchó contra el sha y que se siente marginada también por el nuevo régimen.
El Partido Republicano Islámico del Pueblo Musulmán, es de los pocos que sigue abiertamente defendiendo cierta secularización en el campo político. En el bazaar, día a día, crecen sus partidarios. Aparte de las razones económicas, esta toma de postura obedece también a motivos más triviales. El ayatollah Chariat-Madari, mentor de dicho partido, procede de Tabriz (región de Azarbaidjan), como el 40% de los comerciantes del bazaar.
Sin embargo, esta «segunda revolución islámica», cuyo inicio marcó la ocupación de la embajada norteamericana y el cese de Mehdi Bazargan e Ibrahim Yazdi, ha servido para unir las fuerzas más insospechadas. La extrema izquierda (muyaijdin y fedayan jalk) parece ahora más jomeinista que nunca. El moderado Frente Nacional contempla la situación en silencio y, sólo de vez en vez, uno de sus componentes hace una tímida declaración.
El centro izquierda laico, representado por el Frente Democrático Nacional de Matin-Daftari, está en la clandestinidad y no se atreve a criticar una medida tan popular en Irán como la ocupación de la embajada estadounidense. El Tudeh (partido comunista de tendencia prosoviética) hace abundantes declaraciones de fe islámica, se siente incomprendido por sus correligionarios europeos, califica de «muy oportuna» la toma de la representación diplomática norteamericana y afirma que «su colaboración con el chiismo no tiene carácter táctico sino estratégico». «Soy más projomeini que Jomeini protudeh», añade su secretario general, Nuredim Kanuri.
Definitivamente, si no hubiera habido un viaje del sha a Estados Unidos, habría sido necesario inventarlo. El viejo Jomeini parece haber tomado fuerzas de la actual tensión. Carente casi, por el momento, de oposición, sólo le queda en el interior el problema crónico de las minorías. Ayer, en Kermanshah (Kurdistán) los guerrilleros volaron un repetidor de la televisión iraní.
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