Vizcaíno Casas: "Seré fascista, pero nunca «carca»"
Ayer presentó su «diario» "Un año menos"
«Yo podré ser fascista, si tú quieres, pero carca nunca», ha dicho a EL PAÍS Fernando Vizcaíno Casas, cuyo último libro, Un año menos, fue presentado ayer. «A estas alturas me da igual todo, pero me sigue molestando que se metan con mi persona, que es algo diferente de que critiquen mis libros y me adjudiquen una ideología que tampoco tengo.» Un año menos, el libro a partir del cual se realizó esta entrevista, es «un diario que debía al fervor de mi público».
Fernando Vizcaíno Casas está muy satisfecho de su nuevo libro. «Es mi diario de un año, desde mayo de 1978 a junio de 1979. Naturalmente, cuento lo que yo he hecho y se ve cómo soy, pero todo esto es un pretexto para hablar del entorno, de lo que va pasando. Hay un viaje mío que sirve para dar mi opinión de Chile, Perú y Portugal, hay temas muy personales, como la muerte de mi padre. Es un libro distinto de todo lo anterior, muy mío y fundamentalmente periodístico.»«Además», sigue el señor Vizcaíno Casas, «tampoco han sido corrientes en mis libros las ilustraciones, que en éste son muchas y muy importantes, porque tienen muy mala leche... Se compenetran muy bien con el texto. El libro, en fin, define muy bien mi actitud no sólo ante las cosas -que ya es más o menos conocida-, sino también hacia algunas personas: Suárez, Carrillo, Felipe, Abril Martorell, don Leopoldo el Malo, Paco Umbral, Gironella, Delibes... Lleva un índice onomástico que ocupa cinco páginas... Y luego tiene chistes tiernos, por ejemplo, cuando leo que en España hay 800.000 prostitutas, y que la mayoría son madres, no puedo menos que comentar: "¡Y lo bien que han colocado a sus hijos ... ! " Creo que va a ser un libro polémico: me espero reacciones incluso airadas de algunos, pero entiendo que, si estamos en una época en que el periodismo es agresivo, el libro debe serlo también.»
Le comentamos que en agresivo, unos periodismos más que otros: «No, si yo me refiero a que hasta hace diez años, la prensa era una cosa amable, de ecos de sociedad. Ahora se dicen los pecados de la gente, sus defectos. Se hace un periodismo con las cosas tal cual son.»
Cuando nombra políticos empieza, como era obvio y previsible, por el presidente Suárez. Cuando nombra escritores se refiere el primero de todos a Francisco Umbral. «Lo que pienso de Umbral está dicho en el libro, y te lo repito casi al pie de la letra: es un magnífico escritor, al que yo admiro y de quien he escrito artículos elogiosos, a pesar de que él lleva una temporada que siempre está metiéndose conmigo. Yo creo -además, de verdad- que es una de las plumas más brillantes de España, y es lástima que sus libros se vendan tan poco.»
En cambio, los suyos, los de Vizcaíno Casas, se venden muchísimo. «Este libro lo he escrito un poco como agradecimiento al fervor -sí; al fervor, realmente- de mi público. Me sentí un poco en la obligación de contar a todos esos que me siguen como soy y lo que hago, para agradecerles, no sé si decirlo, su devoción... Es que yo recibo de treinta a cuarenta cartas diarias de lectores, y cuando tengo firmas de libros, vienen tantos que me resulta un poco difícil, porque yo, aunque no lo parezca, soy muy tímido para estas cosas. Así que este libro trataba de devolver ese afecto con una cierta confianza ... »
Se queja el señor Vizcaíno Casas de que su imagen no es la verdadera. «Por ejemplo, Rafael Conte también se mete conmigo. Yo, sobre las críticas a mis libros, no tengo nada que decir: son el riesgo de ser escritor. Pero que diga que soy franquista y que llevo un bigote imperial no tiene nada que ver con la literatura.» «El bigote iba a quitármelo, porque ya me sale blanco y me hace más viejo, pero no puedo, para que no me llamen chaquetero.» Claro que una imagen no es sólo un bigote, y la suya, su ideología verdadera es, según sus propias palabras: «Primero, ninguna militancia en ningún partido; segundo, no es de ahora, porque yo ni siquiera he pertenecido a FET y de las JONS; tercero, con esas premisas siempre digo que guardo un recuerdo absolutamente respetuoso del franquismo, que soy de derechas en el buen sentido y que me encantaría que de verdad se consolidara aquí una democracia en serio. Pero mientras, me siento en la obligación de denunciar las muchas sandeces que se están escuchando.» En cuanto al bigotito, dice, «mi generación lo lleva porque a nuestros dieciocho años estaban de moda Errol Flynn y Clark Gable, que lo llevaban. Nosotros nos lo dejamos para ligar mejor».
Babelia
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