Aranguren: "La vida es inseparable de su interpretación"
Inauguración de un seminario sobre Etica en la UNED
Ayer se inauguró el Seminario de Etica, organizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, con una conferencia del profesor José Luis López Aranguren sobre los textos vivos y la ética narrativo-hermenéutica. Previamente, el profesor Javier Muguerza, al presentar al conferenciante exploró la significación de la revolución aranguniana en los estudios de la Etica, que pasó de unos ejercicios espirituales para adultos bien pensantes, a una investigación seria, libre e independiente.
El profesor Aranguren comenzó su conferencia evocando el término «textos vivos» que se empleó en España durante el siglo XIX para definir a los profesores krausistas, encarnaciones vivas del poder dialéctico del mismísimo demonio. Así, pues, hay hombres que son como textos y, en realidad, explicó que todos los humanos seres vivientes somos textos vivos, sobre los que cabe una plural interpretación de su existencia. La vida es, pues, inseparable de su interpretación o de su hermenéutica. El teórico de la literatura Todorov, afirma que los hombres son relatos por ellos mismos, que se narran, al vivir. Contar es como vivir y vivir como contar, pues el mundo narrativo es el de la experiencia que vivimos. La experiencia, dijo Kant ist nicht gegeben, wird gemacht,- no está dada, sino que debemos construirla-. Aranguren llama contarla, haciéndola o rehaciéndola. Así la vida es un trabajo, o como decía Ortega, quehacer diario. Prescindiendo de todo determinismo causal, queda, según Aranguren, un espacio libre para nuestra volición ética.En este sentido, explicó, el hombre es moral, aunque cometa actos inmorales. Esta sumisión voluntaria a una labor constructiva de nuestra propia existencia, es la ética por antonomasia. Por ello, se nos aparece la moral como estructura, que decía Zuburi, frente a una moral de contenido. Pues la finalidad de la ética es llegar a fraguar el Selbst, al ser en sí mismo, a la persona. Que no está aislada en un robinsoniano solipsismo, pues según Aranguren el yo es interpersonal, está tejido de vinculaciones y relaciones con otros seres, con los que vive y para quienes vive. Ahora bien, ¿cómo elaboramos esta categoría de la persona?, ¿elevando a unidad de sentido sus apariciones en el pequeño o gran teatro del mundo? Nuestra vida se constituye por una serie de representaciones dramáticas. El hombre es el actor de sí mismo que interpreta su propia comedia para comprenderse. Ahora bien, vivir es tener un proyecto de vida, como decía Ortega, o el éxtasis del futuro, según Heidegger. Pero no hasta, según Aranguren, con precipitarse hacia el porvenir, es necesario volver atrás la mirada, reflexionar. Erinnerung, como explicó Hegel, es interiorizarse, recordar, o sea, pensarse a sí mismo. Así, el Diario de los falsos monederos, de Gide, es el diario de una novela que se vive, como las Confesiones, de Rousseau son la verdadera vida de una mentira, de su identidad. Las memorias se escriben cuando se pierde la memoria para inventar la vida que se ha vivido. Memoria es vida, nos dijo Bergson, y por ello, cuando se nos va la Memoria es porque perdemos la memoria. Así, al proyectar o soñar y al revivir o reflexionar, forjamos nuestra personalidad. Luego, Aranguren trazó una distinción entre culturas textualizadas y culturas gramaticalizadas. Advirtió que una cultura es la repetición monótona de un mismo cuento. Ahora bien, una cultura textual representa un discurso poético, libre, con una interpretación múltiple y no unívoca del texto vivo. Una cultura gramaticalizada, por el contrario, es dogmática, sometida a normas fijas.
El drama de nuestra vida consiste en que caben distintas interpretaciones o lecturas de nuestra historia hasta el punto de que podemos convertirnos en personajes de nuestros sueños, como decía Unamuno en Niebla, o ser los sueños de Dios.
Babelia
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