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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un "cuartelazo" contra la democracia

EL NUEVO «cuartelazo» boliviano, protagonizado por el coronel Alberto Natusch, con el respaldo de alguna camarilla política, ha liquidado en un día las esperanzas de una democracia más o menos estable para el país andino. Sintomáticamente ha provocado una respuesta fulminante de Washington. También ha liquidado el aire civilizado que imprimieron a la transición política los militares que entregaron el poder en agosto pasado al presidente Guevara Arze, ahora en la clandestinidad y al frente de un Gobierno de resistencia.

Sea cual fuere el rumbo que ponga a su mandato el coronel Natusch, y sus primeras medidas -disolución del Congreso y estado de sitio- no parecen augurar nada bueno para Bolivia, algunos hechos son ya irreversibles. Se ha lanzado, una vez más, al Ejército contra la población civil. Se ha interrumpido un proceso que, a pesar de sus errores, perseguía como fin último la convocatoria, dentro de unos meses, de elecciones presidenciales, que resolvieran lo que las de julio pasado dejaron en el aire. Finalmente, se ha dañado de manera irreparable la tímida imagen democrática de Bolivia en el mundo y las esperanzas de los bolivianos.

América Latina, en general, y el Grupo Andino, en particular, se resentirán de lo ocurrido el jueves en La Paz. El golpe se ha producido justo cuando los delegados de la Organización de Estados Americanos abandonaban la capital boliviana, tras apoyar por vez primera, y de manera coherente, la aspiración secular de Bolivia de tener una salida al mar.

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El frágil vector democrático que integra el Grupo Andino, que se vio fortalecido en agosto con el paso a regímenes civiles de Bolivia y Ecuador, ha sufrido ahora una falla, cuya magnitud es imprevisible vaticinar hoy. Las dictaduras del Cono Sur -Chile ha sido citado como simpatizante de una intentona que, por lo demás, se anticipaba desde hace semanas- han visto aliviada la presión democrática por su flanco más cercano.

El golpe del coronel Natusch mantiene a Bolivia a la cabeza de una lista deplorable: la de intentonas militares en Latinoamérica. Bolivia es una larga desdicha, en la que parece que todos los intentos de variar unas estructuras económicas y sociales, que se caracterizan por la posesión de las riquezas y el poder absoluto en manos de una minoría diminuta, frente a una amplia masa desesperada, chocan con una reacción de fuerza y violencia. Así sucedió con la revolución de 1952 -la de Paz Estenssoro-, con el breve poder -diez meses- del general Torres y con la patética y penosa epopeya de Ernesto Che Guevara, que ni siquiera prendió en la pobreza indiferente y resignada del campesinado indígena.

Los intentos electorales, repetidos en el plazo de un año, hasta ahora han estado bloqueados por amenazas de golpe, por fraudes electorales; y culminaron con la designación del medroso y confuso Walter Guevara, no elegido por el pueblo, sino un outsider buscado para resolver la situación de pugna entre izquierda y derecha.

El militarismo boliviano ha tenido, hasta ahora, algunos rasgos distintivos. Los formaron iriltructores alemanes, en la mejor escuela prusiana, y fueron vehículo después para una introducción del nacionalsocialismo, que tuvo en Bolivia una adicción fuerte. La Falange Socialista Boliviana fue un partido nazi-fascista, creado para defender la oligarquía por las vías clásicas de la fuerza y la violencia. Hugo Banzer, descendiente de alemanes de la gran oligarquía -propietarios de tierras fértiles- estaba en esa escuela, y su paso por las enseñanzas militares norteamericanas -en Panamá y en Estados Unidos- se hizo durante la guerra fría. Otros militares han sido educados ya en la tendencia kennediana de la Alianza por el Progreso, en la busca de soluciones de democracia controlada frente a los revolucionarismos.

El MNR y el MNR de la izquierda llegaron a colaborar con Banzer, con la esperanza de encontrar una solución ecléctica; apenas pudieron hacer más que incorporar sus nombres a un sistema de gobierno inviable. Puede que en esta ocasión tengan algunas posibilidades más.

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