Sorolla
La Sotheby's subasta en Londres un cuadro de Sorolla. Me mandan aviso para la subasta, que va a arrancar con unos diez millones de pesetas como precio inicial. ¿Pretenden los de la Sotheby's que les compre yo el Sorolla? La verdad es que aquí en las páginas amarillas no me pagan mal, pero me parece que la Sothebys se ha pasado. A no ser que los ingleses estén vacilando conmigo.Bueno, llevan siglos vacilando con todos los españoles en el tema Gibraltar. Arrancaba la década de los sesenta (sobre la que ahora quieren unos catalanes hacerme una /otra entrevista), cuando Luis Ponce de León nos dijo a Jesús Torbado y a mí:
-Si de verdad fueseis escritores españoles, habríais escrito alguna vez algo sobre Gibraltar.
Pero a mí (y supongo que a Torbado- me preocupaba más Torreón. Ahora, que es cuando empezaba a preocuparme Gibraltar, resulta que tampoco, porque el que de verdad me preocupa es Sorolla. El que los ingleses se nos llevaran «esa montaña que, precipitante, ha tantos siglos que se viene abajo», pero no acaba de caer en nuestras manos, es algo que ya nos venían cantando desde la escuela, pero el que en Inglaterra haya más pintura española que en España es algo que sólo aprende uno por sí mismo, viajando, y cuando ya nada tiene remedio, ni la rapiña inglesa ni la ignorancia de uno. Luego lo he visto en este periódico, o sea el anuncio de la subasta. Se me ha quitado un peso de encima. Creí al principio que los ingleses se habían propuesto venderme un Sorolla y ya había empezado a ahorrar, aprovechando que andamos en el Día Universal del Ahorro, que es otro cante, eso del ahorro, ahora que todo dios come del subsidio.Los ingleses -«pueblo de tenderos», les llamó Napoleón-, cuando se proponen vendernos algo, nos lo venden, y así le han vendido al mundo entero una cosa tan insoportable como Kipling. A uno le parece que el Estado español, ya que le ha dejado a Giscard toda la gloria de Picasso -y mientras el Guernica llega/no llega y nos aclaramos dónde ponerlo-, podía hacer un esfuerzo, tener un detalle y recuperar ese Sorolla, siquiera fuese por suscripción nacional, que más vale tener un Sorolla que tener un bono, que el bono se pone en la pared, enmarcado, y no es que no diga nada, pero comparado con Sorolla le falta un poco de color.
Sotheby Parke Bernet & Co., son una cosa que hay en Londres, y que aquí en Madrid lleva Edmund Peel, en la calle del Prado, ilustrada de anticuarios, antigüedades, e incluso antiquités. Mire usted, don Edmund, la otra noche se lo decía Santiago Carrillo a un grupo de periodistas:
-Yo no creo que Umbral reciba oro de Moscú, ni de nadie; sencillamente, porque ya no lo necesita para vivir.
Bueno, pues a pesar de lo que diga.Carrillo, don Edrnund, yo no le puedo comprar a usted el Sarolla, y bien que me gustaría, para ponerle debajo unas faldillas de calendario y tener resuelto el año 80. A Pitita le explicaba yo un día en la Tate de Londres, ante Turner, cómo este inglés luminoso ha tomado y nacido de Goya. Hoy me escribe Pitita, en vuelo Nueva York/San Francisco, de modo que tampoco puedo enviarla a ella, embajadora en Londres, a la subasta de la Sothebys, para que luchase con unas libras por Sorolla, por España y por mí. Ese cuadro de Sorolla (pequeño, ajuzgar por el precio), es ya el «Gibraltar español» de quienes nunca hicimos una pintada por Gibraltar.
Máximo me escribe hoy una larga carta, porque el fulgente Máximo es el último escritor que cultiva el género epistolar a mano y derramadamente, para paz y felicidad de sus destinatarios. Te emplazo, Máximo, amor, a hacer un dibujo sobre la pintura española en Londres, que es un demasié y una pena. Me anuncian un homenaje a Azaña, y otro a Corpus Barga (este último, gestionado por Manuel Andújar). Lo tenemos todo por recuperar, lo de dentro y lo de fuera. El otro día he visto un Sorolla sorprendente en casa de José Luis Coll. Sorolla es la más luminosa autonomía regional, desgajada en Londres y con museo cerrado en Madrid. Con razón dice Fernández Cuesta que España ya no existe. Está en Londres.
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