Heroína
Entre la avalancha de películas que semanalmente se estrena, envuelta en la más falsa, vieja, rutinaria y poco imaginativa de las publicidades, de cuando en cuando aparece alguna obra de interés que por las características de su lanzamiento, en una o varias salas de segundo orden, generalmente dedicadas a la exhibición de bazofia, está directamente condenada al fracaso, a que no la vea nadie y a que, dado el poco tiempo que permanece en cartel, sea imposible dar una información que haga que el aficionado se fije en ella.Recientemente este ha sido el caso de Mamá sangrienta (Bloody Mama, 1970), en virtud del gran retraso en su estreno por su prohibición en su momento. En ella, el imaginativo productor y director Roger Corman logra una de sus mejores y más escandalosas obras al contar las acciones criminales de Ma Barker y sus hijos, los famosos gangsters de los años de depresión. A pesar de un reparto que incluye a Shelley Winters, Robert de Niro, Bruce Derri y Diane Varsi, sólo ha permanecido una semana en varias salas de segunda fila, y nadie se ha percatado de su existencia. Otro ejemplo reciente es el de Alta prioridad (L'ordre et la sécurité du monde, 1979), primera película del interesante director francés Claude d'Anna que se estrena en España y que, esta vez por salirse ligeramente del esquema tradicional, también ha permanecido únicamente una semana en el mismo circuito.
Nieve que quema (Who'll Stop the Rain?)
Guión: Judith Rascoe, Robert Stone. Fotografía: Richard H. Kline. Intérpretes: Nick Nolte, Tuesday Weld, Michael Moriarty. EEUU, 1978Local de estreno: Madrid-3
Un fracaso similar va a obtener Nieve que quema, en la medida en que, presentada en el Festival de Cannes de 1978, no tuvo una buena acogida crítica y posteriormente no ha alcanzado éxito en ningún sitio, por lo que ahora se estrena en Madrid en malas condiciones. No obstante, se trata de la mejor obra de su irregular y maldito director.
Nacido en Checoslovaquia, en 1926, Karel Reisz se educa en Inglaterra y, cuando a los veintiséis años empieza a interesarse por el cine, entra a formar parte del movimiento Free Cinema, que engloba a Lindsay Anderson, Jack Clayton, Tony Richardson, John Schlesinger, etcétera, las grandes promesas del cine inglés del momento, y que luego han sido absorbidas por el cine norteamericano. Sólo ha dirigido seis largometrajes en dieciocho años, por lo que, a primera vista, resulta especialmente difícil seguir su trayectoria personal a través de ellos.
Su filmografía comienza con el realismo costumbrista de Sábado noche, domingo mañana (1960), posiblemente la mejor obra del Free Cinema; tuerce hacia la parábola ideológica en Night Must to Fall (1964), retorcida nueva versión inédita en España de una vieja película de Richard Torpe, y Morgan, un caso clínico (1966), que son sus peores películas; para llegar a la biografía con Isadora (1968), mutilada por los productores hasta llegar a hacer irreconocibles sus intenciones, y terminar en Estados Unidos con El jugador (1974), una personal y fallida adaptación de la célebre novela de Dostoievski.
Con Nieve que quema, basada en una novela de Robert Stone, hace el mejor de sus trabajos al narrar una historia de claro corte policiaco sobre el tráfico de heroína, pero que, al tener por fondo la guerra de Vietnam y dar lugar a una curiosa historia de amor, adquiere una dimensión social y humana que sólo se encuentra en las grandes obras del género. El tema del inocente accidentalmente envuelto en una pesadilla de la que llega a ser cómplice se da hábilmente la mano con el de la secuestrada fascinada por su secuestrador, dentro de un tradicional esquema de persecución. Dentro de un contexto muy medido, sobresale la actuación de Tuesday WeId, una gran actriz que sistemáticamente es víctima de las irregularidades de su extraña carrera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.