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Hua Guofeng denunció el hegemonismo de la URSS en su primera declaración en París

En el primer ágape sustancioso de la primera etapa de su periplo por Europa occidental, el número uno chino, Hua Guofeng, denunció el «hegemonismo» soviético. Mientras, el presidente francés, en los comedores del palacio del Elíseo, en los que había invitado a su huésped, pleiteó en favor de la distensión.

Ayer, a lo largo de una jornada muy parisiense, el primer ministro de Pekín y las máximas autoridades francesas celebraron la «independencia nacional» y la construcción europea. Doscientos catorce comensales fueron testigos anteanoche, en el palacio presidencial francés, de una manifestación que, en opinión de los observadores, desvela claramente el objetivo diplomático esencial del viaje europeo (Francia, República Federal de Alemania, Inglaterra e Italia) de Hua Guofeng: denunciar a la URSS y al bloque comunista de Europa del Este que, en su opinión, representan un grave peligro para la paz mundial.Sin citar a la Unión Soviética explícitamente, en cuatro ocasiones diferentes aludió al «hegemonismo» de la URSS y a sus «medios de agresión y de expansión pérfidas, utilizados para sembrar la cizaña, para intervenir en los asuntos internos de los demás, para fomentar los golpes de Estado e incluso, a través de intermediarios, practicar la agresión armada y la ocupación militar».

La URSS y sus «intermediarios», Cuba y Vietnam, por sus intervenciones en Etiopía, Angola y Camboya, respectivamente, fueron así condenados en el comedor del presidente francés, no sin cierta estupefacción por parte de los «privilegiados asistentes que, momentos antes, habían degustado la distensión», según Valéry Giscard d'Estaing. Esta cruzada antisoviética que, en el palacio del Elíseo, anunció el primer ministro chino, se complementa con la exaltación de la Europa unida, respaldada por un sistema de defensa integrado al margen de la OTAN, «porque pensamos que una Europa unida y fuerte constituye un factor importante para la paz mundial».

La estancia de Hua Guofeng en Francia, desde el primer día, le sirve de pretexto a la prensa para ilustrar lo que han sido «treinta años de r espotismo, que no han conseguido vencer el hambre, pero que parece han desembocado, con los dirigentes actuales, en un intento de democracia».

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