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Escape radiactivo en una central nuclear norteamericana a cien kilómetros de Washington

Un escape de gases radiactivos registrado el martes en la central nuclear de North Anna, a unos cien kilómetros de Washington, ha levantado serias dudas sobre la eficacia de las nuevas normas de seguridad en las plantas atómicas ordenadas por las autoridades norteamericanas tras el grave accidente de Harrisburg. Una serie de pequeños fallos mecánicos en uno de los reactores de la central de North Anna, situada en el estado de Virginia, provocó una fuga de gases radiactivos que, como en el caso de Three Mile Island, salieron del edificio de contención a uno auxiliar y desde este último escaparon a la atmósfera.

La compañía eléctrica propietaria de la central, Virginia Electric and Power Co., insistía ayer en que la fuga fue mínima y que no afectó en absoluto a los cinco empleados de la central que quedaron expuestos a la radiactividad, ni representaba el menor peligro para la población. Las autoridades confirmaron que no había peligro y que las dosis de radiactividad recibidas por los cinco trabajadores oscilaron entre cinco y siete milirems, cuando un examen con rayos X supone una dosis de cincuenta milirems.

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Sin embargo, el pequeño accidente de North Anna tuvo aspectos muy similares al de Tliree Mile Island, pese a las normas de seguridad que se habían aplicado después. Un portavoz de la compañía eléctrica dijo ayer que el accidente era «muy distinto» al de Harrisburg, que fue el más grave registrado en la historia de la energía nuclear.

Un experto de la Comisión Reguladora de Energía Nuclear, Duog Cochran, explicó que todos los sistemas del reactor funcionaron con normalidad, excepto dos «pequeñas cosas». El reactor se desconectó automáticamente apenas producido el fallo mecánico, pero todas las salvaguardias no sirvieron para impedir que gases contaminados se escaparan del edificio de contención del reactor.

Mientras el reactor continúa apagado, los expertos que investigan el pequeño accidente han descubierto ya que hubo una rotura en el sistema de agua caliente que es bombeado al generador de vapor. Además, la ausencia de una válvula de aislamiento hizo que los gases, principalmente xenón, pasaran al sistema de ventilación y escaparan por él hasta el edificio contiguo. Hubo también aparentemente un error humano, cuando un empleado de la central no reajustó correctamente el nivel de agua en el sistema refrigerador y provocó la inundación de un tanque anejo.

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Aunque ayer se insistía en que nunca hubo peligro de fusión del núcleo del reactor, como ocurrió en el accidente de Harrisburg, y en que el incidente se controló en seguida, nadie explicó por qué las normas de seguridad destinadas a impedir que la radiactividad escape del edificio de contención no fueron eficaces.

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