Sigue la polémica sobre el espíritu de Puebla

Un titular polémico de un periódico asturiano y el choque entre las lecturas del documento de Puebla de Leonardo Boff, profesor de la Universidad brasileña de Petrópolis y del profesor Alessandrii, de la Universidad de Santiago de Chile, han sido las notas más destacadas del curso celebrado esta semana en La Granda (Avilés), bajo la organización de la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos.«La Iglesia trabaja para los pobres, pero en Chile está con los generales», fue la frase atribuida al profesor Alessandri por La Voz de Asturias, en el titular de la crónica de una de las jornadas de trabajo, cuya lectura cayó como una bomba entre los reunidos.

La construcción teológica de Boff -su ponencia era la más esperada- partió de la asunción de las contradicciones existentes en la sociedad latinoamericana y en la Iglesia, y en la necesidad de tener en cuenta un análisis socioeconómico que dé razón del cambio histórico y que se encuentre próximo al mensaje del Evangelio. En su opinión, Puebla es un espíritu, un desafío a una situación concreta: ser cristianos en un mundo de oprimidos. Destacó entre los grandes ejes de la conferencia episcopal latinoamericana celebrada en Puebla (México) la opción preferencial por los pobres, la dimensión sociopolítica de la fe, la defensa y promoción de la dignidad del hombre, las comunidades eclesiales de base, la preocupación por los jóvenes y la mujer y la condena del capitalismo liberal y del marxismo, aunque no del análisis marxista.

Para el profesor Alessandri, de la Universidad de Santiago de Chile, el análisis del documento de Puebla debe partir de lo que dijeron los obispos como portavoces del Espíritu Santo. En su opinión, la conferencia de Puebla apunta hacia una Iglesia más profética en la defensa de los pobres y de los derechos humanos, más consciente de su mensaje liberador, más encarnada en los hombres, en la historia y en la realidad de Latinoamérica.

Alessandri dijo que el documento de Puebla no es una síntesis, sino una yuxtaposición de las tendencias continuista y renovadora existentes en el episcopado latinoamericano. Sostuvo que la Iglesia debe trabajar para los pobres, pero tiene que estar con todos.