Un antiguo arsenal de armas químicas obliga a evacuar un sector de Hamburgo
Una extraña empresa de armas químicas, que se formó en los años veinte al amparo de las guerras coloniales españolas, se ha convertido en un gran detonante político que ha obligado al alcalde de Hamburgo y al Senado de la ciudad a afrontar una situación sumamente delicada. La empresa Doctor Hugo Stoltzenberg, para la producción de «máscaras de gas y filtros contra la contaminación», ha sido ocupada por la policía al comprobarse que en ella se acumulaban armas químicas altamente tóxicas.La pasada semana tuvieron que ser asistidos varios niños que, al jugar en los terrenos colindantes con esta fábrica, resultaron gravemente intoxicados. Los agentes han reunido «toneladas de munición y de gases venenosos», mientras a estas horas prosigue la búsqueda de más productos peligrosos. La intervención policial ha significado también la evacuación de un amplio sector de la ciudad, con el fin de evitar consecuencias de posibles fugas o explosiones.
El caso de esta fábrica de armas químicas de Hamburgo puede acarrear graves consecuencias políticas al «gobierno local», ya que existían indicios claros sobre su irregular existencia. El periodista incómodo por excelencia en la República Federal de Alemania, Günter Wallraff, denunciaba esta fábrica en su libro Trece reportajes no deseados, publicado en 1972. En 1977, como consecuencia de un incendio en las instalaciones de Doctor Hugo Stoltzenberg, las autoridades no realizaron las obligadas pesquisas sobre el material acumulado en los almacenes. Repetidas denuncias de los vecinos de la fábrica quedaron también sin la atención oficial correspondiente. La policía ha confirmado que el propietario carecía de los necesarios permisos para la producción de armas.
Según Wallraff, la empresa se creó en 1923 y contaba, hasta el 1 de mayo de 1967, con una segunda fábrica en Berlín occidental. El dueño de la firma, Hugo Gustav Adolf Stoltzenberg, prusiano, comenzó, al amparo de las guerras coloniales españolas, la producción de armas químicas con destino al Ejército español.
Según el propio Stoltzenberg, eran armas destinadas al «aplastamiento de los rebeldes en las colonias españolas». Los rebeldes morían por miles y se hizo circular la tesis de que se trataba de «una epidemia, de una enfermedad enviada por el cielo».
Stoltzenberg alcanzó muy pronto gran prestigio en la Alemania nazi, sobre todo con la publicación del libro Experiencias sobre la química como medio de lucha, de W Kinttof, 1935, en el que el empresario aparece modélicamente en vanos pasajes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.