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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La "cuestión valenciana"

He leído con interés el artículo «Nosotros, los catalanistas» (EL PAIS, 4 de septiembre) que el señor Ventura ha dedicado a lo que podría denominarse «la cuestión valenciana». El señor Ventura se define en él como catalanista y partidario de la inclusión de la región valenciana en los «Países Catalanes», a lo que está en su perfecto derecho. Lo que yo me considere no tiene, por supuesto, relevancia pública alguna, pero para una mejor comprensión de lo que sigue diré que creo ser -y por este orden- un ciudadano liberal europeo que ha nacido y vive en Valencía desde hace cuarenta años. Y, desde esa perspectiva, estoy en desacuerdo con la tesis catalanista del autor del artículo citado. Tesis que propugna, pero que no demuestra, pues no por tratar de ridiculizar a los defensores de una identidad valenciana paralela a la catalana cobran más fuerza sus afirmaciones.Creo que el punto de vista histórico (que puede proporcionar argumentos histórica y científicamente comprobados» a ambas posturas) no es hoy el más importante en la cuestión de la identidad valenciana. Lo verdaderamente importante es si los valencianos desean verse incluidos -hoy o en el futuro- dentro del ente de los «Países Catalanes». Y si, como objetivamente creo que puede afirmarse -y en ello parece coincidir el señor Ventura-, la gran mayoría de los valencianos es opuesta a esta idea, lo que procede es extraer de esa situación las consecuencias pertinentes. Por ello, me parece que afirmar, como lo hace el articulista, que «los catalanistas son los valencianistas» (la cursiva es mía) es, cuando menos, temerario. Y en esta cuestión no cabe adoptar la actitud, propia del despotismo ilustrado, que parece dominar en el artículo del señor Ventura. Porque de su lectura se deduce que quien no acepte la tesis de su autor está siendo burdamente manipulado -se supone que por la derecha-, y que, por tanto, es un menor de edad políticamente hablando. Postura esta típica de muchos hombres políticos de hoy y de siempre: quien comparte mi criterio está en la buena senda, «ve claro»; quien no, debe ser compadecido por no haber recibido el soplo inspirador reservado a los escogidos, y su opinión, por inmadura, no debe tenerse en cuenta.

Yo no voy a caer en la fácil tentación en la que ha caído el señor Ventura y decir que él, con su artículo, forma parte de algún misterioso contubernio manipulador. Pero planteamientos tan aprioristas como los suyos me hacen ver con pesimismo el que resurja la cultura valenciana al margen de toda división geográfica, política o lingüística (y conviene recordar aquí que haymuchas zonas en la región valenciana en donde nunca se ha hablado más que castellano). Quizá debiera haber dicho que florezca la cultura en Valencia. Pues en mi opinión, la verdadera cultura -como la democracia o la justicia- no admite adjetivos: no es valenciána o catalana, de izquierdas o de derechas; es, pura y simplemente, cultura.

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