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Deauville: los productores norteamericanos prefieren el pasado

A falta de importantes novedades en el cine norteamericano, el reciente Festival de Deauville, dedicado por entero a las producciones norteamericanas, ha tributado homenajes a algunas de las consideradas grandes figuras de Hollywood que todavía viven, como son Stanley Donen, William Wyler, Stanley Kramer y Burt Lancaster. Junto a éstos ha sido relevante también la presencia de directores como Arthur Hiller, Peter Bogdanovich, Jerry Schatberg, Franco Zeffirelli, y de los actores Gene Wilder y Jack Nicholson, entre otros.

Este festival, a pesar de que tiene un marcado carácter comercial, no disimulado ni siquiera por su presidenta, la alcaldesa de Deauville, madame D'Ornano («Yo entiendo el festival como una fiesta, como una fiesta de amistad con Norteamérica»), tiene la importancia de ser la puerta mayor y las más amplia tribuna de lanzamiento del cine estadounidense en Europa. Por poner un ejemplo, a través de este festival entraron en Europa La guerra de las galaxias, en 1977, y Grease, con John Travolta y Olivia Newton John, en 1978. El festival ha demostrado, entre otras cosas, como ha señalado Claude Degand, antiguo funcionario del Centro Nacional de la Cinematografía Francesa, «que el cine americano no invoca tanto el arte como la industria y el comercio, y no entiende tanto de creación de nuevas obras como de representación de las ya existentes y de espectáculo ».Si; efectivamente, como se afirma en los medios especializados franceses, este festival viene mostrando una panorámica bastante completa de la producción cinematográfica norteamericana durante 1918-1979, los productores norteamericanos han preferido en general volver sobre el pasado pai a apoyar películas como Movie-Movie, de Stanley Donen, lírico recuerdo del cine de los años treinta; The runner stummbles (La caída del corredor), de Stanley Kramer, historia dramática en contra del celibato eclesiástico, situada en los años veinte; The frisco kid (Un rabino en el oeste), de Robert Aldrich, cuya acción transcurre en los años postreros del oeste americano; Por las rutas del Sur, de Jack Nicholson, ya estrenada en España.

Como temas actuales, pero siempre sin propasarse de los niveles más escasos de nueva creación, Héroes, de Paul Kagan; La seducción de Joe Tynan, de Jerry Schatzberg; The in laws, de Arthur Hiller, que cuenta con Peter Falk, el comisario Colombo de la televisión, como principal protagonista; Love at fist bite, de Stan Dragotti, una historia del conde Drácula en el Nueva York de nuestros días, y The warriors (Los guerrilleros de la noche), de Walter Hill. Mención aparte merece la película The champ (El campeón), de Franco Zeffirelli.

Entre las películas que se han estrenado también bajo la reseña América 79, podría destacarse la realizada por los exiliados cubanos en Estados Unidos Leon Ichaso y Orlando Jiménez-Leal, titulada El super. Este filme pretende dar una visión realista de la vida en Nueva York de muchos de los exiliados de la Cuba de Fidel Castro, y por extensión, de la vida en general de los latinoamericanos en esa populosa ciudad.

Denominador común de todas las películas han sido los finales felices, siguiendo una lógica de agradar al espectador. Parece que todo los problemas y hasta las más horribles aventuras tienen siempre una solución humanitaria.

La guerra de Vietnam todavía permanece en la conciencia del americano. El final de la ola de cine vietnamita ha traído a Deauville una historia de los problemas de la generación del Vietnam, contada en Héroes por Jeremy Paul Kagan, en la que destaca la interpretación de Sally Field, la infatigable luchadora sindicalista de Norma Rae. Pero es Saint Jack el filme que más directamente aborda este problema de la creación de casas de placer por el Ejército americano durante la confrontación bélica de Indochina. La película está dirigida por Peter Bogdanovich.

Llorar con Zeffirelli

La película que más ha impresionado y emocionado en Deauville, incluso hasta el punto de hacer derramar lágrimas, ha sido The champ (El campeón), de Franco Zeffirelli, en la que juegan un importante papel Jon Voight y Faye Dunaway, pero, sobre todo, el niño prodigio, revelación cinematográfica de este año, Nicky Schroder, elegido por Zeffirelli entre dos mil candidatos.La película de Zefirelli, la primera realizada por este autor para la industria de Hollywood, es un remake de otra que llevara a la escena King Vidor hace 47 años. «No comprendo cómo en tantos años nadie había vuelto sobre una historia», dice Zeffirelli, «que está hecha para ser llevada al cine. Vi el filme de Vidor por primera vez cuando yo era niño. Recuerdo que lloré durante mucho tiempo cada vez que me acordaba de escenas de la película, entre otras cosas, porque yo también estaba sumido en una crisis familiar. Recientemente volví a verla en la televisión, y comprendí que había dado con un tema ideal para mi próximo filme. »

En El campeón, Zeffirelli cambia de alguna manera la orientación de sus creaciones anteriores. Abandona las notas fundamentales que quizá ha caracterizado su cine, teatro shakespeariano y temas religiosos, para abordar un hecho contemporáneo y eminentemente americano. Resultado: un drama americano visto y contado por un europeo. La película de Zeffirelli ha puesto punto final al Festival de Deauville.

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