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Alfonso Canales, ganador del Premio Melilla: "La poesía es el menester más inútil y necesario"

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Alfonso Canales ganó el Premio Melilla de Poesía, dotado con medio millón de pesetas y fallado el pasado fin de semana en la citada ciudad, con su obra El puerto. El señor Canales, que debe su fama a otros libros anteriores y a su original correspondencia con Camilo José Cela acerca del conocido incidente que dio origen a la obra El cipote de Archidona, declaró a EL PAIS que «la poesía será siempre el más inútil de los menesteres y al mismo tiempo (qué paradoja) el más necesario».

Alfonso Canales fue premio Nacional de Literatura en 1965 con su libro Aminadab y premio de la Uítica en 1973, con Requiem andaluz. Este nuevo galardón supone un firme palo del poeta malagueño hacia su consagración literaria, tanto por la importancia del premio y la categoría de la obra como por la calidad de los poetas que con él han competido en este certamen: Angel García López, Concha Zardoya, Carmen Conde, Joaquín Márquez... El puerto, en palabras de Alfonso Canales, es un libro cargado de simbolismo. «El poema que da título al libro es un poema narrativo. Se habla en él de un barco, cuyos marineros durante la travesía siempre van pensando en el puerto que dejaron y al que tienen que volver. En el fondo es un poco aquello de "de dónde venimos y a dónde vamos".»Se trata, pues, de un tema muy en línea con su obra anterior, impregnada toda ella de un sentimiento andaluz de la vida, de una continúa preocupación por las postrimerías. El lema del libro es un verso del poema de Rubén Dario Lo fatal: «Y ser sin rumbo cierto. » Alfonso Canales confiesa que el poema le impresiona. Justamente ahora trabaja en un nuevo libro que titula Glosa. Lo dedica a glosar el referido poema. El se lo sabe de memoria y lo recita despacio, mirando al techo durante la entrevista: «No se puede decir más en menos tiempo», concluye. «Cada palabra está empleada a conciencia, aprovechando todo su significado.»

La segunda parte del libro, Estaciones de mar, recoge varios poemas amorosos; después vienen Dos epirios.

Dos son las notas que configuran el quehacer poético de Alfonso Canales: por una parte, su preocupación por la muerte; por otra, su amor a lo clásico, un amor que se refleja tanto en la forma alternancias de versos alejandrinos con endecasílabos y eptasílabos) como en la preocupación por la sintaxis y del uso de títulos y temas latinos, lo que no es obstáculo para que guste de someter el idioma a tensiones (tormentos, dice él), si bien «lo primero que tiene que hacer el escritor es conocer el instrumento que usa. Sólo cuando se conoce y se domina el lenguaje es lícito someterlo a tormento».

La inusual -por lo elevada- dotación económica del premio, que acaba de recibir y el buen nivel de ventas de sus libros -dentro de lo que cabe en España- da pie para preguntarle si ya va siendo posible vivir de la poesía. Alfonso Canales dice que no y cree que vivir de la poesía sería algo inconveniente: «La poesía será siempre el más inútil de los menesteres y al mismo tiempo (¡qué paradoja) el más necesario. Vivir de la poesía nos pondría a los poetas en un peligro tremendo porque mistificaría el menester y haría que careciésenios de esa estupenda libertad de escribir o no escribir. Yo creo, como Eliot, que el poeta tiene que tener siempre un oficio del que vivir con el que ir tirando.»

Abogado de profesión, Alfonso Canales, dedica a su despacho todo el día hasta las ocho de la tarde. «A esa hora cierro inflexiblemente, me tomo el té benigno y me transformo en otro hombre. A esa hora empiezo a ser poeta.» Esta dualidad la expresa él con gracia andaluza: «Hasta las ocho de la tarde soy el doctor Jekyll; después empiezo a ser Mister Hide. Sin embargo, yo soy los dos y la verdad es que no prefiero una faceta a la otra. Pienso que el hombre tiene muchos registros, muchos más que la flauta de Hamelin, y no considero acertada esa manía de la gente de clasificar a las personas.

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