Carter y Portillo no tratarán la compra de gas natural mexicano
El canciller mexicano, Jorge Castañeda, declaró ayer en México que el tema de las ventas de gas a Estados Unidos no figurará en la agenda de las conversaciones que los días 28 y 29 de septiembre mantendrán en Washington los presidentes López Portillo y James Carter.El secretario de Relaciones Exteriores de México, por el contrario, indicó que los principales asuntos que tratarán ambos presidentes serán el de los trabajadores indocumentados y las relaciones comerciales entre los dos países. Pero despejó de éstas, específicamente, la espinosa cuestión de los hidrocarburos.
Sobre las relaciones comerciales, Castañeda fue escéptico: «Hay disparidad básica de criterios», dijo, e indicó que en las negociaciones bilaterales desde la última visita de Carter a México «no se ha avanzado mucho ».
El tema de los trabajadores indocumentados se encuentra en estudio por ambas partes. «Ni ellos ni nosotros tenemos buena información», afirmó el canciller. Así, México se encuentra haciendo un muestreo que será terminado dentro de varios meses. Y Estados Unidos, un estudio, el cual -se presume- estará listo para 1981.
Jorge Castañeda se explayó sobre los desacuerdos con respecto al gas natural. El gas mexicano, dijo el canciller, cubre dos variantes de combustible que se usa en Estados Unidos: el consumo industrial y el destinado al uso doméstico. El último es más caro que el primero. En la proporción a establecer para fijar un precio en paquete, Estados Unidos propone que se considere un volumen del 80% del doméstico, y del 20% del industrial. Pero México considera que esa proporción subvencionaría un uso intensivo de gas para uso doméstico por parte de las empresas compradoras estadounidenses.
El otro desacuerdo importante consiste en la intención de dichos compradores de que también se tenga en cuenta como variable en la fijación del precio la oscilación de éste en los distintos puntos del mercado interno de Estados Unidos. Pemex se niega a aceptar ese punto.
Jorge Castañeda aseguró que México sólo vendería -de haber algún acuerdo- alrededor de 300.000 litros diarios, una cifra mucho menor a la prevista en 1977. La posición mexicana se centra en vender hidrocarburos pero en relación a su propio desarrollo y, sobre todo, al volumen de su economía. Los analistas mexicanos saben que una inundación de petrodólares sobre el país dispararía la inflación y la especulación hasta límites desconocidos.
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