La batalla de La Habana
EL CONCEPTO de no alineación tiene una claridad académica desde la conferencia de Bandung, en 1955, y una filosofía de muy sencillo resumen: evitar cualquier forma, visible o invisible, de colonialismo, cubrir las desigualdades humanas y nacionales entre ricos y pobres, rechazar la inserción forzosa en cualquiera de los dos sistemas contrapuestos -políticos, económicos, sociales, militares- y buscar formas de solidaridad. La práctica fue más difícil que la definición desde el principio; hoy ya es difícil hasta la definición, y el concepto de «no alineación» es todo un equívoco. La misma conferencia de La Habana, que está celebrando sus reuniones iniciales -embajadores, expertos, ministros de Asuntos Exteriores- y que el día 4 inicia el paso decisivo con la reunión de jefes de Estado o de Gobierno de los casi cien países inscritos, es, en sí, una de las formas de enfrentamiento y batalla entre los dos grandes bloques. Un grupo de países, que por razones de circunstancia, pero también por una actividad diplomática constante y antigua encabeza Cuba, busca una condena global de Occidente o, más claramente, de Estados Unidos, y encuentra natural una alianza o una forma de entendimiento avanzado con la Unión Soviética: el borrador del documento de trabajo, las 25.000 palabras sobre las que se centran las discusiones, contienen principalmente esa acusación. Otro grupo de países representa una óptica más acorde con los nuevos propósitos de Washington: la colaboración con Occidente, la creación de regímenes de democracias seguras que impidan el paso dé los comunismos, aunque se presenten con etiquetas similares a las del eurocomunismo. Es un grupo encabezado principalmente por los países del Pacto Andino, entre los cuales está España, en su calidad de observador en dicho pacto de invitado a La Habana. Las ,etapas del señor Robles Piquer, jefe de la delegación española, previas a su llegada a La Habana son tomas de contacto en ese sentido. El borrador cubano de resolución incluye ataques a la política de defensa de los «derechos del hombre» en que basa su presidencia Carter, condenas al Estado de Israel y la postura egipcia de paz separada, denuncias de las formas de colonialismo ejercidas por las empresas multinacionales y el colonialismo cultural de las grandes agencias de prensa, las radios, las ediciones. Países como los del sureste asiático, con toda la fuerza del Vietnam -pero con la duda entre las «dos Camboyas», que se pretenden representantes únicas de sus pueblos-; árabes, como Yemen del Sur y otros, que condenarán la política, egipcia, el Estado de Israel y alentarán a la OLP, o africanos, como Angola, apoyan esta curiosa y peregrina idea del «no alineamiento», como enfrentamiento con Estados Unidos y aceptación de la ayuda de la URSS, que a veces se ejerce por la mediación de la propia Cuba.En esta batalla, el viejo luchador de una más auténtica no alineación, Tito, quiere representar un papel de restaurador de los ideales de Bandung. Sus 87 años no le han impedido acudir a La Habana, con cinco días de antelación a la reunión de jefes de Estado o de Gobierno, para tratar de influir sobre Castro y sobre los países que él cree que pueden representar un papel más acorde con las tesis originales, o que considera moderados. Tito explica públicamente que el movimiento de los «no alineados» no puede ser «una correa de transmisión o el coto de caza de cualquiera de los bloques», y que sin la independencia en las relaciones internacionales se traicionaría la esencia misma de los «no alineados». Se le contesta por los prosoviéticos que no hay independencia si no hay liberación de las secuelas coloniales, y que estas secuelas coloniales están ejercidas principalmente por Estados Unidos.
En cuanto a España, su papel es el de imagen y ejemplo. Lo está desarrollando desde hace algún tiempo; el nuevo tercermundismo, que se acentúa en los últimos tiempos -ayuda a Nicaragua, fuerte apoyo a la nueva Guinea Ecuatorial, cambio profundo en la cuestión del Sahara, penetración en el Pacto Andino-, está enriqueciendo con el ejemplo- el campo de lo posible: cómo pasar de una dictadura a una democracia sin graves traumas, cómo contener los revolucionarismos y los comunismos de diversa índole, cómo estar en el «mundo libre » sin sentirse dominado por él, sin considerarse «colonizado»; cómo distanciarse de la URSS sin perder las buenas relaciones diplomáticas y sin crear incidentes. Sería la cuadratura del círculo del alineado que al mismotiempo es no ahneado; la misma posición tangencial a la conferencia -estar y no estar, que parece ser el carácter de nación invitada, pero con peso en los asuntos que la atañen directamente- es un modelo de esa imagen de exportación. El intento de atracción de España de los dos grupos principales de «no alineados» ayudará mucho a mantener esa imagen, si el señor Robles Piquer acierta a no empañarla.
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