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El archivo de libros musicales más importante de España abierto al público en El Escorial

El Archivo de Música del Monasterio del Escorial es único en España en su, género. Con las medidas de seguridad que son imaginables, teniendo en cuenta el valor y la rareza de la muestra, este tesoro ha sido abierto al público, en una exposición que está siendo ampliamente visitada.

Una de las actividades más reseñables del I Curso de Música Barroca y Rococó de El Escorial, patrocinado por la Dirección General de Música, ha sido la exposición bibliográfica de una porción significativa de los fondos musicales del Monasterio de San Lorenzo El Real. Es sabido que en ese monasterio existen dos, fondos musicales importantes y distintos, el del Archivo de Música creado por los monjes y utilizado por ellos para las funciones litúrgicas, y el de la Real Biblioteca, iniciada por Felipe II en 1565, bajo el asesoramiento de célebres humanistas como Ambrosio de Morales y Arias Montano.Los fondos del Archivo de, Música han sido ya catalogados por el padre Samuel Rubio, y, su catalogación, publicada por el Instituto de Música Religiosa de Cuenca (1976). El mismo padre Samuel Rubio, organizador de la exposición y gran conocedor de los fondos citados anteriormente (si bien no ha terminado de catalogar el de la Real Biblioteca), presentó piezas de incalculable valor.

De la Real Biblioteca se pudieron ver ejemplares manuscritos griegos y latinos, dos Evangelarios griegos del siglo IX, con signos ekfonéticos, hoy indescifrables, para indicar inflexiones melódicas, un Menologio del siglo XIII con notación neobizantina, varios manuscritos de la liturgia romana, en latín (dos breviarios y dos misales), un precioso manuscrito de las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio (1252-1284), con 1.275 miniaturas y notación mensural; códices, cancioneros y tratados medievales.

De los numerosísimos libros impresos que contiene la Real Biblioteca, se expusieron una serie de tratados y volúmenes de música práctica de enorme interés, especialmente los referentes a la etapa renacentista española, cuya mayor parte fueron adquiridos en la época de Felipe II. Destacamos ejemplares de los libros de los vihuelistas Mudarra, Pisador, Fuenllana y Daza. También se expuso la recopilación de Hernando de Cabezón de piezas de su padre, el gran Antonio, Obras de música para tecla, arpa y vihuela... (Madrid, 1578), y el ejemplar único de los Madrigales, de Juan Brudieu (Barcelona, 1585), del que se valieron Pedrell y Anglés para la edición moderna.

Allí estaban también, y era emocionante poderlos hojear, el Arte de tañer fantasía, de Tomás de Santa María; el Arte tripharia, de Bermudo, y el precioso De musica libri septem (Salamanca, 1577), del insigne teórico ciego Francisco de Salinas, cuya traducción castellana moderna aún espera su publicación.

Guiados por la palabra experta de Samuel Rubio, tantos años maestro de capilla y organista del Real Monasterio, los estudiantes de musicología del curso barroco contemplaron también manuscritos del archivo de música que los padres jerónimos fueron acumulando desde la fundación del cenobio filipense hasta 1885, fecha en que pasó a ser custodiados incremantado por los padres agustinos.

Se expusieron abundantes piezas del barroco español, destacando los libros de partituras manuscritas del padre Santiago Ferrer, con obras sinfónico corales de Aranaz, Nebra, Mencía, García Pacheco, Baguer, Antonio Soler, etcétera. Del padre Soler, al cumplirse el 250 aniversario de su nacimiento, se pudieron ver curiosos manuscritos, alguno de su puño letra (un Salve regina escrito directamente en borrador), de obras religiosas y profanas.

Asistir a una exposición de esta importancia ha tenido gran utilidad para los alumnos de musicología; examinar tanta música que necesita ser transcrita, estudiada, publicada; constatar comparativamente, en dos manuscritos originales, la diferencia entre el bajo continuo de una obra española de fray Juan Durango, apenas cifrada, con la minuciosidad del cifrado del italiano Juan Bautista Borchi. En definitiva, tomar contacto directo con un material que es tesoro de nuestra cultura. Por ello, desde aquí, queremos agradecer públicamente a la comunidad de padres agustinos de San Lorenzo del Escorial el haber hecho posible esta muestra.

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