El Centro Pablo Picasso, instrumento de la Administración para fomentar las artes plásticas
La Administración pretende potenciar en España la actividad de los artistas plásticos, después del fracasado intento de poner en marcha el Centro de Investigaciones de Nuevas Formas Expresivas (CINFE), que duró menos de dos años y tuvo una existencia polémica y frustrada. El primer director, Antonio Fernández Alba, dimitió después de cuatro meses de ocupar el cargo. Su sucesor, José María Ballester, abandonó el puesto un año y dos meses después de ser nombrado, en solidaridad con Adolfo Marsillach, que había cesado en el Centro Dramático Nacional.
El Ministerio de Cultura ha retomado ahora la idea y ha creado, por decreto, el Centro de Promoción de las Artes Plásticas e Investigación de Nuevas Formas Expresivas, que tendrá rango de subdirección general y un presupuesto de 130 millones de pesetas. El Ministerio tiene la intención de poner a este centro el nombre de Pablo Picasso. La familia del gran artista malagueño no ha dado aún su conformidad.Una de las causas del fracaso del CINFE fue su deficiente estructura administrativa, que le impedía asumir, sobre todo, en los últimos tiempos, las nuevas competencias que le correspondieron cuando desapareció la Dirección General de Difusión Cultural. Esta frustración exigió la transformación del centro. Así surgió el nuevo organismo, que pretende sumar a la labor teórica y experimental, desarrollada por su predecesor, esta otra dimensión: la promoción de los artistas plásticos.
«Se quiere dar al embrión del CINFE la adecuada estructura administrativa, para pasar, de una fase de experimentación, a una de pleno funcionamiento», dice su director, señor Martínez Novillo. «El principal objetivo es canalizar de manera práctica las relaciones entre la Administración y los artistas plásticos»
«Hasta ahora la Administración se ha inhibido totalmente de los problemas profesionales de los artistas plásticos, en parte porque éstos en general habían conseguido un nivel bastante aceptable dentro del sistema de liberalismo casi utópico que regía el mundo del arte, en manos de las fundaciones, galerías, de la iniciativa privada. En esos años dorados los ministerios no compraban cuadros, pero los compraban muchos ministros»
«Ahora la situación ha cambiado y las deplorables condiciones socioeconómicas en las que se desarrolla el trabajo del artista plástico se han agravado; sin Seguridad Social, sin pensiones de vejez ni derechos de autor o de seguimiento.»
«Evitando todo dirigismo, el centro intentará adoptar algunas disposiciones prácticas referentes a estos temas, así como un replantear la política de adquisición de obras de arte por el Estado. El enriquecimiento y actualización del Tesoro Artístico Nacional con la incorporación de las creaciones de artistas contemporáneos exige esa especie de mecenazgo que en otro tiempo desempeñó la Corona y ahora compete al Estado.»
Sobre la idea de denominar al nuevo centro Pablo Picasso, en homenaje póstumo a la figura del pintor malagueño, el señor Martínez Novillo señala: «No ha habido un propósito demagógico en ello. Hemos consultado a la familia y herederos de Picasso, pero hasta ahora no tenemos una respuesta.»
Paralelamente al Centro de Promoción de las Artes Plásticas se ha creado un Consejo Asesor de las Artes Plásticas, compuesto por once miembros que no han sido todavía designados. La función de este consejo será la de informar, asesorar y recomendar sobre cuestiones relativas a proyectos, adquisiciones de obras de arte y mejoras de la situación laboral y profesional de los artistas plásticos.
«Este Consejo pretende ser un órgano consultivo donde se estudien las acciones que el Ministerio de Cultura deba emprender, qué necesita el artista de la Administración y cuáles son las medidas coyunturales que se pueden tomar a corto plazo sin necesidad de aumentar los presupuestos», afirma el señor Martínez Novillo.
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