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VALENCIA: SEXTA CORRIDA DE FERIA

Esplá se come a Paquirri y a Teruel

Plaza de Valencia. Sexta corrida de feria. Toros de Fermín Bohórquez, con trapío sospechosos de pitones; difíciles y peligrosos. Paquirri: estocada desprendida (bronca). Estocada delantera (bronca y almohadillas). Angel Teruel: bajonazo enhebrado y descabello (bronca). Pinchazo y estocada caída (pitos), Luis Francisco Esplá: pinchazo bajo, media atravesada y dos descabellos (vuelta al ruedo). Al acabar el tercio de banderilla del sexto, vuelta al ruedo,- pinchazo y estocada (dos orejas). En la enfermería fue atendido de varetazo a la altura del hígado, de pronóstico leve. Paquirri y Teruel fueron despedidos con impresionante lluvia de almohadillas y botes de cerveza. ¿Tendría hambre Luis Francisco Esplá? Porque resulta que se merendó a Paquirri y a Angel Teruel. Hizo ¡glub!, y se los merendó. Paquirri y Teruel, que no están acostumbrados a que los coman por los pies, pasaron una de las tardes más amargas de su vida. Viven los saludables beneficios del pacto de no agresión establecido por los exclusivistas, para el buen orden del sistema, y les debió sentar como un tiro que llegara El Bambino (a Esplá le llaman El Bambino en su tierra) y se los comiera por los pies.

Fue en banderillas, como puede imaginarse, pero también en los restantes tercios. Los bohórquez resultaron todos difíciles, con mucho peligro y prácticamente no tenían un pase, como se suele decir. Paquirri y Teruel no se lo dieron, y seguramente hicieron lo que se debe, pues a estas alturas no iban a exponerse a una cornada gratuita. Los parones, las coladas, los derrotes de los bohórquez no requerían otra cosa que la faena de aliño. De manera que Paquirri y Teruel tiraron líneas y entraron a matar. Perfecto. O cuasi perfecto.

Pero, ¿y en banderillas? Ah, amigo. Ahí es donde ambas figuras tenían el mayor riesgo, más aún que en la catadura de los bohórquez, pues estaba claro que El Bambino Esplá no les iba a dar cuartel y haría lo indecible para comérseles por los pies. Paquirri y Teruel presumen de banderilleros (a pesar de lo rematadamente malos que son en esta especialidad) y les ha sido rentable, durante años y años, ir por esas plazas encandilando a la gente con pares de banderillas vulgarísimos, a cabeza pasada. De forma que como en esta ocasión podían quedar con las posaderas al aire, optaron por inhibirse y en sus primeros toros renunciaron a coger los palos. Pero el público, que se dio cuenta, no estaba por la labor, y les armó la bronca, que se acentuó hasta los límites de la agresión cuando se vieron obligados a despachar por la vía rápida a sus toros. En su turno, Esplá colocó tres pares discretitos, pero con su característica preparación espectacular, que puso a la gente de pie. Y como. además le sacó al bohórquez, arrimándose de firme, los pocos muletazos que tenía, quedó como un señor.

Sin embargo el verdadero calvario vendría para Paquirri y Teruel en la segunda parte de la corrida. Dada la insistencia del público, que estaba de uñas, no tuvieron más remedio que banderillear, y fracasaron estrepitosamente. El de Barbate reunía a tanta distancia que parecía ponía los pares por morse, y el madrileño, que salió cuando ya nadie lo esperaba y con la engolada parsimonia que le caracteriza, hizo el peor de los ridículos, pues se encontró con un toro peligroso y fuerte que le cruzaba; sólo pudo poner par y medio y hubo de pedir apresuradamente el cambio de tercio. Es decir, que arrojó la toalla.

Y Esplá. ¡Ay, Esplá, bambino, comefiguritas de papel, que sí, que se los merendó con voracidad de piraña! Cuajó el mejor tercio de banderillas que le recordamos, con tres pa:res de gran mérito. El primero, precedido del giro en la cara, una pasada emocionante y cuarteo; el segundo, con otro giro y reunión a topa carnero, cuadrando ante los mismísimos pitones; el tercero, de frente, en carrera veloz de larga distancia. Los tres pares quedaron en lo alto. El remate fue un desplante: se quitó la montera y la arrojó a los brazuelos de la res.

Pero, además, también estuvo muy bien con el capote y dio verónicas cadenciosas, que repetiría en un quite; navarras y una larga cordobesa, para a continuación llevar al toro hasta el caballo a una mano. Le rezumaba la torería. En la faena de muleta, finalmente, tuvo el mérito enorme de crecerse ante las dificultades del toro; se lo pasó por la faja en varias series de naturales y derechazos, intercaló moline tes y afaro lados yapesarde que sufrió un serio palotazo, que le obligó a tomarse un respiro sentado en el estribo, volvió con la muleta en la izquierda, a redondear en triunfo la tarde.

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