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Nicaragua, el fin de una dinastía

La Guardia Nacional, un patrimonio privado

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La oposición al ex presidente Anastasio Somoza Debayle siempre ha calificado a la Guardia Nacionsl de Nicaragua como el ejército privado del dictador. Pero hasta hace muy poco tiempo no podía concebir que la Guardia estaría dispuesta a destruir una gran parte del país para mantener la dinastía Somoza en el poder.Aun estando el régimen envuelto en cruenta batalla en Nicaragua y aislado diplomáticamente del exterior, la GN, con sus 15.000 hombres, no sólo le ha sido fiel a Somoza, sino que ha continuado matando no combatientes y guerrilleros por igual.

Somoza se ingenió para convencer a muchos soldados rasos que combatían contra el comunismo internacional, mientras que los cuerpos. de oficiales fueron persuadidos de que muchos de ellos acabarían ante un pelotón de fusilamiento si triunfaba el Frente Sandinista de Liberación Nacional. De hecho, e incluso en mayor medida que su padre y su hermano, que le precedió en el poder, Somoza se apoyó a fondo en la Guardia para tratar de permanecer en el poder.

El padre del presidente, Anastasio Somoza García, astuto hombre fuerte que fue asesinado en 1956, puso los cimientos del poder militar y político de la familia. Escogido por los infante! de marina de EEUU cuando se retiraron de Nicaragua para ser el primer jefe de la nueva Guardia Nacional en 1932, hizo que el cuerpo de funcionarios dependiera por entero de su amparo, distribuyendo privilegios a los más leales, incluyendo empleos lucrativos dentro del rápidamente creciente imperio de negocios de los Somoza.

De sus dos hijos, Luis, quien sucedió a su padre y falleció de muerte natural en 1967, fue designado como político y administrador de los negocios familiares, en tanto Anastasio fue destinado a la carrera militar. A los once años, asistió a la academia militar Lasalle, en Oakdale, Nueva York, y a los dieciséis años, luciendo ya el grado de capitán, entró en la academia militar de West Point. Cuatro años después, en 1946, regresó a Nicaragua y fue nombrado inspector general de la Guardia Nacional, lo que provocó en seguida la observación de que era «el único cadete en la historia de la academia que recibía un Ejército como premio por su graduación».

Desde entonces, Tachito Somoza estableció una relación con la Guardia casi como de padre a hijo, reteniendo el puesto clave de comandante militar aun cuando él y su hermano, ocasionalmente, dejaban el cargo de presidente. A los altos oficiales les era permitido hacerse ricos, gracias a su «magnanimidad» y a la corrupción que toleraba, pero no les permitió incrementar su poder.

Los puestos de mando clave eran cambiados de titular con frecuencia, en tanto los cuarteles en las provincias nunca estuvieron suficientemente dotados de efectivos y armamentos como para que intentaran rebelarse.

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Los soldados rasos eran reclutados entre los campesinos, quienes veían en la Guardia Nacional una garantía de tener alimentos, ropas, un sueldo regular y una posibilidad a largo plazo de movilidad social. Para los extranjeros, su suerte siguió siendo miserable, pero comparada con la mayoría de los nicaragüenses del campo estaban en una situación mucho mejor.

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