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Entrevista:

"El don más hermoso es la verdad, pero en tiempos de Franco no se podía decir"

Entrevista con Juan Antonio de Zurizunegui

Hijo único de un empresario bilbaíno, educado en los jesuitas, falangista en su juventud y miembro de la Real Academia de la Lengua, Juan Antonio de Zunzunegui -ZZ, para los amigos es uno de los autores más prolíficos de los años de penuria literaria con casi treinta novelas de gran tonelaje, más ocho libros de relatos o ensayos diversos. Próximo a cumplir los ochenta, acaba de aparecer en Editorial Alce uno de sus libros, El don más hermoso, escrito en 1968, y que fue mutilado por la censura, que funcionaba entonces bajo la dirección de Ricardo de la Cierva. Con Juan A. de Zunzunegui mantuvo la siguiente entrevista.

Pregunta. ¿El don más hermoso ha sido su único tropiezo con la censura?Respuesta. No, yo he tenido tres novelas inéditas por culpa de ella. Además de El don, una que escribí en 1970, De la vida, del amor y de la muerte: viaje a una niebla drogadiza, en la que se habla de las drogas y que ni siquiera presenté, porque sabía que no iba a pasar, y un relato escrito en 1939, No queremos resucitar, que ahora no me atrevo a publicar porque me pareqe irreverente.

Cuando terminó la guerra surgieron unos quince o veinte escritores que querían ser novelistas y entraron en una especie de competición. La mayoría no consiguieron publicar y se hicieron censores para machacar las novelas de los demás. Cuando los encontrabas por la calle eran muy amables, pero se dieron cosas de muy mal gusto y precisamente los escritores que más protestaban de la censura te enterabas luego que formaban parte de ella como Pedrito Lorenzo o Camilo J. Cela.

P. ¿Y por qué El don más hermoso fue machacada por los censores?

R. El don más hermoso, el supremo don, es la verdad. En esta novela yo trataba de contar la verdad de muchas cosas, de la religión, del mundo de los negocios. Pero en tiempos de Franco decir las verdades no se permitía.

P. Cuando el referéndum de la ley orgánica usted dijo públicamente que iba a abstenerse, ¿adoptó esa postura porque el régimen franquista lo había decepcionado?

R. Yo no estuve nunca con el régimen. Soy escritor, no político, y si no me fui al extranjero fue porque no me resultaba fácil abandonarlo todo aquí. Pero reconozco que Franco se debía dehaber ido antes. Con lo del referéndum me puse contra él. Hice mias declaraciones a A bc, donde, entre otras cosas, decía que eneste país los escritores estaban peor considerados que los limpiabotas, con todo el respeto que merecen los limpiabotas. Tuve algunos problemas a raíz de aquello,pero también muchos me llamaron para felicitarme.

En mi opinión, la restauración de la Monarquía tenía que haberse hecho en 1945 y con don Juan. Pero el poder es algo que debe dar mucho gusto. Franco se resistió siempre a abandonarlo y desoyó todas las sugerencias que en ese sentido se le hicieron. Más adelante, para despistar, recurrió a Juan Carlos, con la malísima idea de no dejarle re¡nar hasta su muerte.

P. ¿Y a la Constitución, votó en contra o a favor?

R. Entonces voté sí. Ahora, políticamente las cosas están bastante bien, aunque se ha pasado de un extremo a otro y haydemasiada libertad. Fíjese como están los quioscos llenos de revistas pornográficas y se llegan a extremos inconcebibles como lo que decía hace poco Dalí de que García Lorca estaba enamorado de él y lo perseguía para llevarlo a la cama.

P. Como hombre y escritor se le considera profundamente religioso, sin embargo en algunas de sus novelas, en El don más hermoso, por ejemplo, la imagen que ofrece de la Iglesia no es muy halagüeña...

R. Precisamente por ser católico me puedo permitir esas críticas que aparecen en El don cuando trato el tema religioso. Porque los sacerdotes católicos no han cumplido el mensaje de Cristo, que vino a proteger al débil y al miserable, no a los cuentacorrentistas, y, en España, la Iglesia siempre ha estado con los ricos, con los poderosos: ese ha sido su peor error, su gran fallo.

Muchas de las vocaciones religiosas que se dan aquí -siempre se ha dicho que este país es muy fecundo en vocaciones- no son tales. Sobre todo en las zonas más pobres y deprimidas, los muchachos más inteligentes del pueblo seguían la carrera eclesiástica no por vocación, sino por egoísmo, como única posibilidad de salir de la miseria y, una vez son sacerdotes, sólo van a hacer negocio bajo la protección de las familias más importantes de la localidad.

Recuerdo un párroco de Bilbao que tenía hasta agente de bolsa y renunció al cargo de obispo porque ganaba más en lu parroquia que en el obispado. Ahora las cosas han cambiado algo, pero poco.

P. El que casi todas sus novelas, las de gran tonelaje como usted las llama, tengan varios centenares de páginas parece indicar que no ha tenido graves preocupaciones o problemas a la hora de escribir.

R. Efectivamente. Yo soy un escritor fácil. Bueno, he sido un escritor fácil, porque ahora me falla la cabeza y usted no sabe lo que es sujetar en ella cincuenta o cien personajes sin que se arme un caos espantoso. También he perdido vista, oído y memoria visual, algo fundamental para eL escritor, pues es sobre los detalles que observas sobre lo que luego escribes.

La verdad es que ya no escribo nada, leo muy poco y desconozco a las nuevas generaciones de escritores. Estoy al borde de la cuarta edad, como dice Dámaso Alonso, y sólo pienso en descansar.

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