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La obra de Mouliaa ha experimentado notables transformaciones, determinadas por una asunción sobria y reflexiva de la pintura-pintura y de un grafismo agitado, a lo Porta Zush. La evidencia naturalista de sus «insectos» se disuelve así en formas y trazos más vigorosos, mientras que su técnica pierde en pulcritud -una pulcritud esclerótica, a nuestro entender-, para ganar en variedad y brillantez. Mouliaa hace una pintura nada estridente -«elegante» dirán algunos-, donde domina la obsesión por las texturas y los gestos.
Joaquín Mouliaa
Galería Vandrés, Don Ramón de la Cruz, 26. Madrid.
Babelia
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