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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Spivakov y los virtuosos de Moscú

Cuando, a los trece años, el leningradés Wladimir Spivakov actúa y es premiado en las Noches blancas de Moscú, todos advirtieron que nacía una gran figura del violín. Lo que se confirmó más tarde, cuando obtuvo los premios Thibaud, Paganini, Tschaikowsky y de Montreal. Su formación musical profunda le permite iniciar una carrera como director, tal y como ahora se presenta al frente de los denominados Virtuosos de Moscú.Este conjunto de diecisiete profesores se apoya, además de en la figura y el quehacer de Spivakov, en las de quienes componen el célebre Cuarteto Borodín, a cuyo lado forman instrumentistas de extraordinaria valía, procedentes de las orquestas Filarmónica, Nacional, Sinfónica Académica. y Cámara de Moscú. De paso para el festival de Granada, Ibermúsica, ha tenido el acierto de presentar a los Virtuosos en el Teatro Real, que fue abarrotado por un público caluroso y entregado, juvenil en su mayor parte.

Teatro Real

Virtuoso de Moscú. Solista y director: W. Spivakov. Obras de Vivaldi, Mozarty Schubert. 29 de junio

Tres conciertos de Antonio Vivaldi componían la primera parte: número 12, op. 3, El Estro armónico, el subtitulado Il sospetto y el de La Stravaganza en la mayor. En todos ellos, el solista Spivakov y los virtuosos desplegaron con perfección los elementos característicos del barroco italiano: desarrollo de la técnica instrumental y evidencia de lo expresivo, todo ello montado sobre formas tan definidas como capaces de albergar muy, varios contenidos, en contra de la frase, hecha tópico, de Strawinski, sobre Vivaldi: «Un hombre enojoso capaz de escribir trescientas veces el mismo concierto. »

La verdad es que el veneciano, hombre absolutamente genial, hizo el milagro de escribir trescientos conciertos diversos sobre las mismas o muy parecidas bases estructurales y estéticas en las que subsumió su capacidad de creador dramático, el ambiente y el «pensiero» de la escuela veneciana que, con él, signan Albinoni, Alessandro y Benedetto Marcello. Spivakov y su grupo hicieron prodigios como conjunto y como individualidades, tanto en Vivaldi como en el hermoso Mozart del Divertimento en fa mayor, síntesis purísima de otro paso en la evolución de la música hacia el sentimiento romántico.

Difícil en lo técnico como en lo ideológico, este Mozart personalísimo encontró vías de naturalidad en las que líneas, estructuras y contrastes aparecían como algo que hubiera nacido con los músicos de Moscú, capaces, inmediatamente, de arrancar su peculiar secreto a la Viena schubertiana de los cinco minuetos, otro ejemplo de diversidad de contenido dentro de análogos esquemas formales y rítmicos. Cinco, seis o siete «encores» tuvo que ofrecer Spivakov y su orquesta, pues ya empezaron a producirse al final de la primera parte.

Triunfo total, clamoroso, de un violinista y músico fuera de serie que, a los 35 años, acusa una increíble madurez y sabe comunicarse con el público, al igual que sus colaboradores, desde una afectividad que no niega, sino subraya la autenticidad del estilo. El grupo de intérpretes que, como escribe Spivakov, hacen música en común desde hace diez años, se han unido ahora en orquesta de cámara y «han decidido realizar la primera gira precisamente por España, para servir a la música todos juntos».

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