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El Gobierno no sabe nada del sacerdote español Antonio Llido

La Oficina de Información Diplomática informó ayer que durante más de un año el Ministerio español de Asuntos Exteriores se interesó por el paradero del sacerdote valenciano Antonio Llidó, quien, según fuentes de un comité de solidaridad radicado en España, fue fusilado en un campo de concentración de Chile. Las gestiones del ministerio español se realizaron desde las embajadas respectivas de España y de Chile, si bien en ningún momento el Gobierno chileno aceptó que el padre Llidó permaneciera prisionero o hubiera sido muerto en Chile.Fuentes de la oposición chilena dan como segura la noticia de su fusilamiento en el campo de concentración de Pisagua, al norte de Chile.

Antonio Llidó nació en la localidad alicantina de Jávea en 1936 y marchó a Chile en 1969, donde se hizo cargo de una parroquia en un barrio obrero de la ciudad de Valparaíso. Durante su ministerio se caracterizó por su talante progresista y por ello fue perseguido por la policía política chilena inmediatamente después de que el golpe de Estado de Augusto Pinochet derrocara el régimen de Salvador Allende. Detenido en 1974, existen testimonios de personas que le vieron con vida, sí bien muy afectado físicamente por las torturas, a finales de aquel año, en el cual se pierde su rastro.

A raíz de su encarcelamiento y desaparición se creó en España un comité de solidaridad compuesto por personalidades políticas e instituciones humanitarias que incluso se desplazó a Chile para averiguar el paradero del sacerdote. Las autoridades chilenas dieron garantías de que se indagaría, pero en ningún momento aceptaron que Llidó hubiera muerto bajo responsabilidad gubernamental chilena, como múltiples testimonios parecen dejar ahora probado.

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