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Ha muerto el novelista Arno Schmidt

Su obra puede ser definida como la "suma teológica de la narrativa alemana"

El 3 de junio murió en Celle, pequeña ciudad de la baja Sajonia, este gran novelista alemán, que, con Martin Walser y Gunter Grass, formaban parte de la gran coalición antifascista de la literatura alemana de la posguerra.

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Obras de Arno Schmidt

Nació en Hamburgo, el 18 de enero de 1914. Era hijo de un policía. Comenzó sus estudios de ciencias exactas, que interrumpió en 1933. Se define a sí mismo como un autodidacta y también un ateo ante el espectáculo de Alemania. Y como un anarquista indolente. Durante la guerra combatió en el arma de Artillería y fue hecho prisionero de los ingleses en 1945. Traductor e intérprete de la escuela de policía de Cordingen, comenzó a escribir en 1949 una obra vasta y prodigiosa. Vivió sus últimos años retirado, en una soledad absoluta, en el pueblo de Bargfeld. Escritor aislado, de furias agresivas, refinado y erudito, su prosa encantó y, a la vez, irritó, por la electricidad semántica del lenguaje.Su primera obra se titula Leviatán (1940), que son tres cuentos de una mágica conciencia destartalada e inconexa. Luego, la guerra, el éxodo, el amor y la derrota le inspiran dos largos cuentos: Brand's Haide. A la vez escribe Momentos de la vida de un fauno (1953). Esta primera novela de Arno Schmidt constituye la primera experimentación irracional del discontinuo psicológico del yo. La vida es una sucesión de momentos de conciencia, de destellos efímeros, de tempestades pasajeras, afirma el autor. También el protagonista, un pequeño funcionario de una administración provincial, exclama: « Mi vida no es un continuo. Disolución atomística de la personalidad, que espanta la razón crítica burguesa y tradicional.» La novela no es un rollo chino que se desenrolla, dice Cortázar, en simultánea coincidencia con Arno Schmidt. «No puedo experimentar mi vida como si fuese una cinta que se desarrolla majestuosamente. Sí, efectivamente, muchas veces la existencia no es el cumplimiento exacto del destino. Una mirada centelleante nos aparta de la escritura o una pequeña bomba silbando interrumpe el crecimiento triunfal de un niño. Hay cortacircuitos azarosos, razones fortuitas, que descomponen la armonía de una vida. Discontinuidades irracionales azotan el discurso lógico de la continuidad.» Esta idea del atomismo vital y narrativo lo confirma la mecánica cuántica: «Las representaciones cuánticas aplicadas a los procesos del movimiento señalan de manera irrefutable la unidad de la continuidad y de la discontinuidad ( ... ).»

Individualidad selvática

No es posible considerar el curso del tiempo únicamente como continuo. Este diario de un fauno, porque el protagonista es una individualidad selvática y libre, pero sin sueños confusos ni torpes como el de Mallarmé, llega a crear una estructura objetiva narrativa, pese a la atomización psicológica. Se realiza una continuidad a través de saltos bruscos y sorprendentes. El autor, indiferente al espectáculo trágico de la guerra, se sirve de la historia para restaurar la unidad narrativa de la novela, que podría disolverse en libres especulaciones atómicas. Arno Schmidt escribió un ensayo penetrante y lúcido sobre Federico de la Motte Forqué, romántico alemán autor de un cuento, Ondina, que dramatizó más tarde Giraudoux. La república de los sabios (1957) es un cuento filosófico. mezcla de sátira, de ciencia-ficción, pornográfico-paradójica ( ... ).Hasta que en 1970 crea un monstruo: la novela titulada Zettels Traum, de 5.000 páginas y nueve kilos de peso. En esta obra colosal por sus dimensiones y su densidad filosófica y enciclopédica prosigue su trabajo de desgarramiento del tejido unitario del yo. Nos estremece y, a la vez, divierte con paradójicas disgregaciones sobre la vida de Edgar Allan Poe, para concluir con una apología de la vejez que nos permite alcanzar, mediante la impotencia sexual, la inteligencia profunda del mundo y llegar a una sabiduría somática por el yoga, a desligarse de todos los intereses terrestres. Esta extensión desmesurada del yo, su intensidad meditativa, llevada a extremos de descomposición budista, llega a destruirnos toda ilusión sobre la presencia de la realidad. La pérdida de esta certidumbre arruina el atomismo psicológico como técnica narrativa. «Simple serie incoherente de fragmentos instantáneos, extractos de experiencias vividas, son por definición, tan impenetrables para el sujeto que las vive como para los otros hombres (Lukacs).» Sin embargo, ¿la realidad no es un aquelarre infernal de seres de rostros azufrados? Schmidt, fiel a sí mismo, continua en esta línea de reflexión atómica y, a la vez, titánica. En 1976 publica su último libro, Abend mit Goldrand (Noche con linde dorado), de veinticinco centímetros sobre 35, un millón y medio de caracteres. Una novela de discursos sádicos, en el que el autor se manifiesta a través de tres personajes diferentes y que dialoga con dos mujeres lúbricas, cuya violencia erótica y obscena, y su delirio metafísico, asombra y desconcierta. Es muy difícil salir del yo, comentaba Sartre, y en esta neurosis de la pasión solitaria, el discurso del deseo se puebla de fantasmas oníricos. Pero también existe una mística, Ann Eva, que entra y sale de esta noche de Walpurgis. Farsa, sátira, drama. esta novela es una enciclopedia viviente de una desintegración colectiva, testimonio veraz de la realidad histórica.

Este desesperado romántico alemán murió, sin duda, de un arrebato de furia contra este caos del mundo, del que fue un testigo clarividente.

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