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Entrevista:

Pelikan: "Mi voz en el Parlamento Europeo será la de la mayoría silenciosa del Este"

Jiri Pelikan, uno de los dirigentes de la «primavera de Praga» checoslovaca, tiene ahora la nacionalidad italiana y alcanzó el día 3 de junio un escaño de diputado en las listas del Partido Socialista Italiano (PSI), en el primer Parlamento Europeo elegido por sufragio universal. «En esta asamblea debo ser la voz de la mayoría silenciosa de los países del Este», declaró en Roma a nuestro enviado especial, , con quien mantuvo una entrevista en la que fueron abordados los problemas de la disidencia en los países socialistas, la construcción de Europa y el eurocomunismo.

Pelikan fue el candidato socialista más votado, después del secretario general del PSI, Bettino Craxi, en la circunscripción noroccidental italiana en las recientes elecciones europeas. El es el primero en reconocer el carácter especial de su candidatura. Nos recibió en su casa romana, próxima al Panteón; una vieja morada decorada sobriamente y en la que, sobre una mesa del salón, hay una fotografía en la que aparece junto a Alexander Dubcek, secretario general del Partido Comunista checoslovaco durante la «primavera de Praga».Durante la entrevista, la conversación es interrumpida por continuas llamadas telefónicas, que acaban poniéndole nervioso. Además tiene que ir después a la televisión italiana. Cuando salimos a la calle recibe las felicitaciones de sus convecinos. Se ha convertido en una personalidad, sobre todo a raíz de la polémica que ha suscitado su candidatura. «Lamento tener que haber sido muy duro con los camaradas italianos del PCI, pero cuando se abre una polémica electoral hay que ir hasta el fondo», afirma mientras espera un taxi para acudir a su cita televisiva.

Pregunta. ¿Qué temas considera prioritarios en su labor como parlamentario europeo?

Respuesta. Naturalmente, mi labor se centrará, primero, en los acuciantes problemas que afectan a los ciudadanos europeos y que no pueden ser resueltos en el marco de un solo país. Estos problemas son la crisis económica, el paro, la cuestión agrícola y la política energética, sin olvidar el terrorismo. Pero mi candidatura aquí, en Italia, ha sido completamente peculiar, ya que mi primera patria ha sido Checoslovaquia, donde he pasado la mayor parte de mi vida y donde he vivido la experiencia de la «primavera de Praga».

Por eso mi candidatura significa la solidaridad hacia las ideas de la «primavera» checoslovaca, hacia los millones de ciudadanos que en Checoslovaquia y los otros países del Este luchan por sus derechos cívicos y por los derechos del hombre, y hacia quienes han sido perseguidos por sus ideas.

En este sentido, yo debo ser también la voz de esa mayoría silenciosa de los países del Este en el Parlamento Europeo, y mi primera tarea será hacer todo lo necesario para que las libertades y los derechos humanos sean respetados en todos los países europeos y que todos los convenios internacionales que han sido firmados por los Gobiernos europeos sean respetados, especialmente el acta final de la conferencia de Helsinki.

Cuando abordamos el problema de la aplicación de los acuerdos alcanzados en la conferencia para la Cooperación y Seguridad en Europa, que se celebró en 1976 en Helsinki, Pelikan mantiene que la vigilancia de la puesta en práctica de los acuerdos no debe ser obra sólo de los ministros de Asuntos Exteriores, ya que, según sus palabras, «las reuniones que mantienen estos -según se pudo comprobar el pasado año en Belgrado- son, muy a menudo, demasiado diplomáticas y estériles». «Creo que el Parlamento Europeo debe participar también en este control», dice.

'Una democracia más amplia para Europa'

P. ¿Qué opinión tiene usted sobre la ampliación de la Comunidad Europea?

R. En mi trabajo parlamentario insiste en que Europa no es sólo la «Europa de los nueve». La Comunidad debe abrirse, primero a Grecia, España y Portugal. Pero también a otros países, como Polonia, Checoslovaquia, Hungría o la República Democrática Alemana, que, por su tradición, mentalidad e historia, son también europeos como los franceses, los italianos o los españoles.

Pelikan mantiene también que Europa debe jugar un papel estabilizador para la paz y la cooperación mundial. «La paz», dice, «está actualmente garantizada por el equilibrio militar de las dos superpotencias y por eso es muy frágil; hay que superar esta bipolarización con la entrada en juego de fuerzas nuevas, como Europa y China.»

P. ¿Qué idea de Europa defenderá en el Parlamento Europeo?

R. Mi concepción de Europa es, ante todo, la de una Europa en la que los movimientos de las gentes sean mucho más libres y en la que no haya ciudadanos de segunda o tercera categoría que tengan que buscar trabajo en otros países. Una Europa basada en una democracia más amplia. Habrá que defender la democracia actual, aunque sea imperfecta, ya que creo que el tiempo no trabaja en favor de ella, sino todo lo contrario. En este sentido, no hay que hacerse ilusiones, puesto que la crisis económica, la tensión internacional, el terrorismo, amenazan la democracia, y esos problemas citados favorecen la restauración de regímenes autoritarios, sean de derechas o de izquierdas. Defender esta democracia imperfecta es la condición necesaria para ampliarla en una dirección socialista.

P. ¿Regresaría a Checoslovaquia si hubiese una nueva «primavera de Praga»?

R. Sin ninguna duda. La intervención de los tanques soviéticos ha hecho retroceder decenas de años el proceso político en los países del Este. Por eso creo que hoy no se trata, desgraciadamente, de implantar en los países del Este un «socialismo con rostro humano», porque lo que está en juego ahora allí son preocupaciones mucho más elementales y modestas, como lo es obligar a los regímenes del Este a respetar esos derechos y libertades, que están garantizados por sus leyes y constituciones.

Pero, en fin, no es hora de soñar, porque la situación es muy dura. En estas últimas semanas se ha producido un recrudecimiento de la represión, especialmente en Checoslovaquia.

P. El periódico de la Unión Soviética Izvestia ha calificado su candidatura para el Parlamento, Europeo como una «provocación» digna de los tiempos de la guerra fría, ¿qué dice usted al respecto?

R. Creo que los soviéticos han entendido muy bien mi candidatura. Es una provocación, si se quiere, contra el actual régimen soviético, porque yo he sido, y lo sigo siendo, un militante de la «primavera de Praga». Y fueron Brejnev y sus compañeros quienes ahogaron la voz de esa «primavera». Comprendo que estén enfadados, ya que no han conseguido acallarla ni con los tanques, ni con la normalización. En este sentido tienen toda la razón para estar molestos, y yo, por supuesto, no haré nada para tranquilizarles.

P. ¿Puede desempeñar el eurocomunismo algún papel en el desarrollo de los derechos cívicos en los países socialistas?

R. Este es un problema muy complejo, porque, en primer lugar, hay que plantear primero qué es el eurocomunismo. En Europa hay partidos que son considerados como eurocomunistas, pero que entran en contradicción entre ellos, como es el caso de los comunistas italianos y franceses con relación a la CEE. Esto demuestra que no hay concepto común de eurocomunismo, pero sí hay una opinión, unas tendencias eurocomunistas en el interior de los partidos comunistas de Italia, Francia y España. El Partido Comunista de España es el que ha ido más lejos en el desarrollo de ese concepto y en sus críticas hacia los regímenes del Este. Desgraciadamente fue dejado solo cuando se produjo el ataque de la URSS contra Santiago Carrillo.

Después de señalar que el movimiento en favor de los derechos cívicos en la Europa del Este se basa, más que en otra cosa, en el acta final de la conferencia de Helsinki, Pelikan dijo que en ese movimiento la izquierda marxista es minoritaria tanto en Checoslovaquia como en Polonia. «Si es minoritaria se debe también, afirmó Pelikan, a que la izquierda occidental no ha comprendido la importancia de esa lucha por los derechos humanos y ha dejado la principal iniciativa a la administración norteamericana de Jimmy Carter y a la Iglesia Católica del papa Wojtyla.»

A pesar de esta crítica, el hoy «eurodiputado» italiano considera que hay «cosas positivas» en la actuación de la izquierda europea y señala: «Pienso que esas tendencias eurocomunistas constituyen un fenómeno muy importante, aunque hoy estén en crisis o a la defensiva. Creo, incluso, que el eurocomunismo se va a desarrollar porque corresponde a la realidad de la Europa Occidental. El hecho de que los partidos eurocomunistas defiendan las libertades, supone un arma en manos de los disidentes para decir las mismas cosas en los países del Este, aunque con la diferencia de que en estos últimos han sido condenadas personas por manifestar cosas que ya han hecho Carrillo, Berlinguer o Marchais.»

'Se que socialismo no quiero'

P. ¿Cuál es su concepción del socialismo?

R. Mi concepción del socialismo es idéntica a la de los fundadores del marxismo, Marx, Engels, Rosa Luxemburgo y otros. El socialismo encuentra su justificación si puede dar a la mayoría de las gentes más libertades, más igualdad, más justicia y participación en el control del poder. Hay que juzgar el socialismo dentro de estas perspectivas. Yo sé muy bien cuál es el socialismo que yo no quiero: el modelo soviético, que es esencialmente el monopolio del poder a través del partido único, el reforzamiento de la estalización de la economía y el aumento continuo de los poderes del Estado y de su papel de censor. Mi socialismo corresponde más bien al que quisimos en Checoslovaquia en 1968, es decir un sistema socialista y pluralista, con un sitio también para los partidos no comunistas que buscan soluciones comunes. En mi opinión los regímenes de partido único, de censura y de represión, no son socialistas.

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