Mayor dureza tras las elecciones legislativas
De la ejecutiva de la C. S. de Comisiones Obreras
El concentrado proceso de contratación colectiva de 1979 comienza de manera generalizada en enero, en medio de una compleja situación: crisis económica, ausencia de pactos y promulgación del decreto ley de topes salariales, inexistencia de una ley de Negociación Colectiva y de Acción Sindical, convocatoria de elecciones generales y municipales. Todos estos elementos son de gran incidencia en la negociación colectiva.
Una conclusión importante ha sido la consolidación negociadora del comité de empresa en ésta, y de aquellos sindicatos con más del 10% de representación -generalmente CCOO y UGT- en los convenios de ámbito superior a la empresa. La CEOE ha sido generalmente quien ha negociado en representación de los empresarios en los convenios de sector.
En cuanto a las formas de lucha utilizadas en la negociación de los convenios, en general, se han respetado los criterios de movilización establecidos por CCOO y UGT en el sentido de que éstas fueran controladas, graduales, coordinadas, con participación masiva de los trabajadores y nunca indefinidas o largas en exceso, que permitieran parar la acción en el momento oportuno para volver más adelante si la negociación no prospera. Se ha puesto especial atención a los servicios públicos.
En el capítulo salarial, sobre una muestra de convenios con 2.000.000 de trabajadores afectados, los incrementos oscilan entre el 12 y el 16% MSB o el 16% al 22% sobre Tabla. Un gran número de sectores se han despegado sustancialmente del Salario Medio Interprofesional (SMI), situándose por encima de las 25.000 pesetas. La distribución ha sido más proporcional que lineal, manteniéndose en buena medida los abanicos salariales. Se ha manifestado mayor comprensión hacia las reivindicaciones y situación laboral de los técnicos y profesionales. En conjunto, puede adelantarse que las posiciones de la CEOE y el decreto de topes salariales ha sido superado, aunque, también en conjunto, no se haya alcanzado el objetivo de los sindicatos de recuperar el 16,5% de pérdida de poder adquisitivo de 1978 en algunas categorías y sectores.
Como tendencia general se ha dado un paso importante en la cualificación de las reivindicaciones. Las medidas favorecedoras de empleo y los derechos sindicales han ocupado un papel prioritario en las reivindicaciones, defendiéndose sistemáticamente en todos los convenios. Sobre las medidas de empleo se han dado avances en la reducción de tiempo de trabajo (disminución de Jornada, aumento de vacaciones, reducción de horas extras), jubilaciones anticipadas, consolidación del puesto de trabajo, control sindical del empleo, etcétera. Los resultados han sido modestos, estimándose, sobre la muestra de convenios citados, la expectativa de creación de puestos de trabajo en torno a los 30.000 nuevos empleos.
Los derechos sindicales han sido introducidos, ampliados o consolidados los ya existentes en buena parte de los convenios firmados (un 60%). El reconocimiento de las SSE ha estado presente en un importante, aunque limitado, número de convenios.
La productividad se ha abordado en pocos convenios, siendo una «reivindicación » frecuente de la patronal. Las contrapartidas exigidas por los sindicatos han hecho retirarla de la mesa de negociaciones.
Los convenios se han resuelto prácticamente sin despidos ni sanciones, aunque hayan costado fuertes luchas y dificultosas negociaciones.
La negociación ha estado intervenida con frecuencia. Las mayores injerencias a la libertad de negociación y a la autonomía de las partes la ha constituido el decreto de topes salariales y el decreto de homologación de convenios. Asimismo, la política de laudos de la Administración, más utilizada después del 1-M y las militarizaciones (Metro de Barcelona y UNELCO) han sido ingerencias intolerables.
La actitud patronal se ha caracterizado por la cerrazón en la negociación y la agresividad antisindical. Especial dureza adoptó el sector público -INI y otros- negándose a la negociación «pauta o modélica» con las centrales sindicales. La fuerte presión de los trabajadores y las fisuras abiertas en la patronal hicieron que CEOE, tras múltiples cambios de trinchera, se colocara en un terreno de mayor realismo. Fue muy importante el acuerdo CCOO-UGT-COPYME, si bien la efectividad práctica no ha sido muy grande.
A la hora de analizar la negociación colectiva de 1979, hay que tener en cuenta la celebración de las elecciones y los resultados, pudiéndose hablar de dos fases: antes del 1-M y después. La segunda ha sido de una dureza mayor de la Administración y de la patronal.
El acuerdo de unidad de acción, de cara a la negociación colectiva entre CCOO y UGT, ha tenido gran importancia, facilitando la consecución de las reivindicaciones, a la vez que suponía un avance de las posiciones unitarias que existen en el movimiento sindical.
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