Actuaciones de los conjuntos de "rock" Paraíso y Cucharada
Los pasados martes y miércoles actuaron en el teatro Martín, de Madrid, los conjuntos de rock, Paraíso y Cucharada. Ambos representan la nueva ola del rock madrileño y, pese a su juventud, consiguen realizar ya muy buenas cosas.
Tomemos por ejemplo a Paraíso. Este grupo, compuesto por unos cuantos muchachos llenos del más sano optimismo, solían sonar muy mal, con lo que los valores de su música solían pasar inadvertidos. Sin embargo, en esta última actuación Paraíso mostró unas excelentes maneras, fruto, sin duda, de un trabajo continuado y consciente, único camino para la consecución del ansiado éxito. Ellos denominan su música como pop de los ochenta, síntoma explícito de ese optimismo que antes mencionaba. Sus canciones son realmente curiosas y suelen hablar en tono irónico de todo aquello que interesa a los jóvenes de su edad (diecisiete- veintiséis años). Así, por ejemplo, Estrella de la radio trata sobre un locutor que, en opinión de Paraíso, se ha encerrado en su torre de cristal, olvidando al público que lo emcumbró. Esta canción es un rock, pero Paraíso también saben hacer canciones sentimentales, como Para ti, una composición preciosa dedicada a alguien que dice haber cumplido quince años, pero que finalmente no se entiende muy bien. Siguiendo con su al parecer inconmovible sentido del humor, dedican una canción a La Morgue, donde, al parecer, se pasan unas vacaciones libres de sobresaltos y del calor estival. Con sus tres voces (incluyendo una femenina) y sus instrumentistas ejecutando unos buenos arreglos, Paraíso se confirma como uno de los mejores grupos de rock-pop madrileños, preparados ya para saltar nuestras fronteras y presentarse, por ejemplo, en Barcelona, donde sus maneras desenfadadas lograrán, sin duda, una buena acogida.Cucharada, por su parte, presentaba en esta ocasión su último disco de larga duración, llamado El limpiabotas que quería ser torero, también conocido como radionovela rock. Cucharada es un grupo que ha sufrido varios cambios de personal a lo largo de su carrera, habiéndose reincorporado últimamente El Zurdo, guitarrista eléctrico que, para no confundirse con el cantante de Paraíso, ha cambiado su nombre por el de Troucho López Manolenta. Cucharada ha ido puliendo su espectáculo con el paso del tiempo, hasta convertirlo en una sucesión de entremeses cuya duración es la que corresponde a cada canción. La música es un rock que los entendidos identifican con grupos duros y pesados tipo Led Zeppelin: mucho ritmo y mucho ruido; buenos instrumentistas y una cierta caída en la fórmula que se salva sobre todo por lo inusual de la puesta en escena. Era muy sorprendente: allí aparecía una monja tocando el bajo y después un pobre, un señor con aspecto de jorobado de Notre Dame y otro que cantaba en polainas y tocado con ese enorme sombrero clásico del tío Sam. Para más asombro, el bajo cambió tres veces de manos y, en general, lo único estable eran las dos guitarras, que iban trenzando sus punteos con gran decisión. Así, Cucharada parece un grupo que toca su música y al cual se suman en cada canción diferentes vocalistas adaptados a los textos de la misma. Estos textos son tan reivindicativos como los de Paraíso (o tan poco), pero dan la impresión de un acercamiento más adulto a los temas. Exigen, por ejemplo, libertad para mirar escaparates, se meten una y otra vez con el consumismo y con Estados Unidos y, finalmente, poseen en su repertorio una canción que es todo un himno: Social peligrosidad, muy acertada en sus comentarios sobre la famosa ley.
Lo cierto es que Cucharada han trabajado duramente tanto su presentación como el arreglo de sus canciones de siempre, para complacer cada vez más a un público fiel y entregado que aumenta de día en día.
El progreso experimentado por ambos conjuntos permite, en suma, augurar una buena temporada de música juvenil, tal vez extraña pero sin duda excitante. El público asistente los confirmaba con gritos de alborozo y peticiones de bis.
Babelia
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