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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dibujos de una Málaga dormida

Cuenta la historia que la bella durmió, soñó, durante cien años. A su alrededor, el bosque durmió con ella y realizó su más inconfesable sueño: se acercó hasta el castillo, penetró por entre sus muros y poseyó sus patios y sus claustros. Poco a poco, su arquitectura, abrazada suave pero firmemente, terminó por entregársele. Los ojos del príncipe contemplarían luego el éxtasis de la princesa; ella misma, una joven princesa centenaria, cubierta de hojarasca, formando parte de las fantásticas ruinas. No se duerme cien años, no se detiene el tiempo por un simple pinchazo, sino por una firme voluntad de abandono a un entorno, de entrega a un ambiente que nos confunde y modela con él.Todo a lo largo de un siglo indómito, inquietos ante quién sabe qué terribles presentimientos, los románticos nos alertaron sobre los peligros de la luz. Próxima la linterna freudiana, se esforzaron por mostrar los abismos de la vida oscura, los caminos del sueño, por invitarnos a no renunciar a nuestra aventura interior a ningún precio. Muchos de sus pintores gustaron de las ruinas, ciudades dormidas, al cabo, detenidas en el tiempo, esquivas ante nuestras caricias, pero prestas a empujarnos a fantásticos y lejanos viajes.

Margarita Suárez-Carreño

Dibujos de una Málaga dormida. Galería Ruiz Castillo, Fortuny, 37.

La ciudad, que había sido siempre el objeto favorito de la pintura de Margarita Suárez-Carreño, duerme ahora. Málaga duerme. Duermen ante sus ojos los patios de brillantes azulejos, las copas de alabastro, tiestos de arcilla, balaustradas y corredores cubiertos de amorosa vegetación. El sueño de la ciudad es el sueño de Margarita, plácido y enloquecido a un tiempo, estático y distorsionado multicolor o bicolor.

Varios son los pintores entre nosotros que, en los últimos años se han sentido impulsados a penetrar en los encantos de las ciudades andaluzas, a dejarse arrastrar por el indudable atractivo de su arquitectura, por el inagotable y misterioso mensaje del patio y el jardín. La visión que de ellos presenta Margarita Suárez-Carreño en su actual exposición es, sin duda, una de las más sugestivas. Cuidadosamente elegidos los motivos de sus dibujos y tomados del natural, la pintora ha presentido la relación más profunda y armoniosa que puede establecerse con el mundo en que se habita y ha soñado una Málaga para ella y para nosotros.

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