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El discípulo de Pier Paolo Pasolini

Estreno de "Cuentos de Pasolini" de Sergio Citti

La obra del poeta, novelista, pintor, ensayista, guionista, actor, critico y director de cine Pier Paolo Pasolini (1922-1975) se centra en su interés por lo dialectal, por haber aprendido a hablar en friulano, la nostalgia de lo sagrado, por su educación católica y una atracción por lo dialéctico, por la influencia marxista, que le conducen a lo popular, que se plasma en un primer momento en la reproducción del lenguaje y los giros empleados por los proletarios en la novela Rigazzi di vita (1955) y en la película Accattone (1961).

Gracias a Sergio Citti logra Pasolini entrar en contacto con ese submundo romano que tanto le fascina y que refleja en sus primeras novelas y películas. «Conocí a Sergio Citti -dice Pasolini- en 1950, poco después de llegar a Roma. Nos hicimos muy amigos. Me fue de gran ayuda para mis novelas. Era como un diccionario viviente. Primero le utilicé para tomar notas en casa sobre su forma de hablar y luego le empujé para que indagara sobre el argot romano, y se mostró muy eficiente. »Sergio Citti aparece como colaborador en los diálogos de Accattone y Mamma Roma (1962), para pasar a ser ayudante de dirección en Uccellacci e uccellini (1966), LaTerra vista dalla Luna (1966) y Teorema (1968). Mientras su hermano Franco Citti se convierte en actor imprescindible en las películas de Pasolini.

Después de Porcile (1969), Pasolini escribe con Citti el guión de Ostia, sobre una idea de este último. Posteriormente abandona el proyecto para hacer Medea (1969), una obra más ambiciosa y cara. Mientras Pasolini rueda en Turquía su personal adaptación de la obra de Eurípides, Sergio Citti rueda en Roma Ostia (1969).

En esta primera película de Sergio Citti reaparece el mundo proletario, miserabilista, continuación del mundo pasoliniano de sus primeras películas; pero está ausente la fascinación por lo sagrado, que tanto aleja posteriormente a Pasolini de su punto de partida. En Ostia hay una fuerte dosis de naturalismo, mezclada con un surrealismo y una fantasía que dan un tono muy particular a esta gran película.

Al ver en el sexo el único punto de refugio de lo popular, Pasolini comienza a hacer la llamada «Trilogía de la vida». Integrada por Il Decamerón (1971), sobre los relatos de Boccaccio; I racconti di Canterbury (1972), sobre los de Chaucer, e Il fiore delle mille e una notti (1974), sobre los recogidos en Las mil y una noches. Posteriormente adjura de ella al comprender que el poder ha instrumentalizado tanto el sexo como sus películas y que lo popular está al borde de la desaparición. Este pesimismo le lleva a realizar Saló o le 120 giornate di Sodoma (1975), una de las mejores y más revolucionarias películas, todavía prohíbida entre nosotros.

El éxito de las dos primeras partes de la «Trilogía de la vida», en las que Citti trabaja como ayudante de dirección, trae consigo que los productores italianos hagan un aluvión de malas imitaciones, algunas de las cuales llegan ahora a nuestras pantallas. La única imitación que tiene interés es Siorie scellerate (1973), que ahora se estrena en Madrid con el título Cuentos de Pasolini.

Está escrita por Pasolini y Sergio Citti y dirigida por este último con el mismo equipo técnico y artístico que el de la «Trilogía de la vida», a partir de un material y una estructura narrativa similar. Storie scellerate cuenta unas historias, dominadas por la astucia, el sexo y la muerte, relacionadas con el submundo romano del siglo XIX, a medio camino entre el realismo y el cinismo.

Tanto Ostia como Storie scellerate revelan la influencia de Sergio Citti en Pier Paolo Pasolini y le consagran como uno de los directores italianos actuales más interesantes. Hay que esperar a ver Casotto (1978), la tercera película de Citti y la primera rodada sin la tutela de Pasolini, para saber el alcance real de su capacidad cinematográfica.

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