La ley Carter de nuevos impuestos a las multinacionales del petróleo, en el Congreso
El presidente Jimmy Carter envió ayer al Congreso un proyecto de ley que grava con un impuesto especial los beneficios extraordinarios de las grandes compañías petrolíferas, y que fue recibido críticamente por los sectores liberales, ya que su alcance será mucho menor de lo que se creyó inicialmente.Dentro de su nuevo plan energético, Carter decidió hace unas semanas acabar con el control de precios del petróleo de producción doméstica. Desde el próximo 1 de junio, el crudo nacional pasará de costar unos diez dólares por barril a los dieciséis dólares que se vende en el mercado mundial, en etapas sucesivas que culminarán en 1981.
La desregulación de los precios del petróleo supondrá a las grandes compañías unos beneficios extraordinarios que se estiman ya en 15.400 millones de dólares durante los próximos tres años. Para recortar ese windfall profit, o «beneficio caído del cielo», el presidente anunció la creación de un impuesto especial que permitirá al Gobierno federal recoger la mitad de esos beneficios.
Mayores precios para los consumidores
La proyectada medida levantó las protestas de las grandes «hermanas» del negocio petrolífero que anunciaron días después sus beneficios en el primer trimestre con espectaculares aumentos respecto al año pasado. Mientras los sectores liberales daban su apoyo al nuevo impuesto, cuyos fondos se utilizarán para investigar nuevas fuentes energéticas y ayudar a las familias más necesitadas a pagar sus cuentas de energía, los consumidores se quejaban de la desregulación, que supondrá precios más altos a pagar en las gasolineras.Las cifras dadas por la Administración Carter indican que el impuesto sobre el beneficio extraordinario sólo recortará en un 21% el mismo, lo que provocó críticas de los congresistas liberales, que anunciaron que tratarán de endurecer la ley.
El proyecto de ley prevé que el Gobierno federal ingrese 3.300 millones de dólares en los próximos tres años con este impuesto extraordinario. El motivo de que esta cifra sea muy inferior a la estimada inicialmente es que la ley contiene muchas excepciones a las que no se aplica el nuevo impuesto.
La batalla en el Congreso será larga y enormemente compleja, aunque parece seguro que la ley será finalmente aprobada. Las grandes compañías buscan todos los medios posibles para evadir el impuesto, mediante exenciones que se aplican en la legislación normal a los fondos dedicados a la investigación energética. Carter, consciente de este posibilidad, amenazó claramente con vetar una ley que permitiera esta forma de elusión a la industria del petróleo.
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