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Galda Ochoa: "Mi pintura está muy cerca de Quevedo"

Exposición de sus litografías sobre, "El buscón"

El pupilaje del Domine Cabra es el título de la carpeta de diez litografías y dos aguafuertes en los que el pintor Luis García Ochoa se inspira en momentos y ambientes del Buscón de Quevedo. Una introducción del propio pintor y una «transición final» a modo de epílogo, del editor Rafael Casariego, completan el texto, fragmento del clásico español. «Añadir algo a Quevedo -dijo Luis García Ochoa a EL PAIS- es imposible. Lo que sí se puede hacer es sentir su vigencia, su frescura actual y, basándote en su mundo, hacer esta especie de acompañamiento de la lectura. Yo no soy ilustrador en sentido estricto. Por eso he cortado con esas escenas ilustrativas típicas, aunque sean las más evidentes del texto de Quevedo, las más anecdóticas, para tratar de recrear, en escenas en las que no pasa nada en concreto, ese mundo de hampones, de buscones y sopones. Tampoco los trajes de la época aparecen tal cual, y aunque nos son tan familiares -es el modo de vestir de los cuadros de Velázquez, por ejemplo- han sido interpretados.»La carpeta se expone durante todo el mes de abril en la galería del Ateneo, de Madrid. «No es mi primer tema quevediano -dice García Ochoa- En realidad, creo que estoy muy, metido en el mundo de Quevedo. Antes ya había ilustrado Las Zahurdas de Plutón. Pensé que aquel infierno esperpéntico y quevedesco, con el que podía sentirme identificado de alguna manera, iba a ser el definitivo, pero ahora sé que era algo como un ensayo para éste. En cuanto terminé aquellos colores tétricos, aquel mundo al mismo tiempo tan dramático y tan cómico, empecé con el otro. No me había dejado tranquilo. Este tiene aún más fuerza que el otro.»

El tema, el tratamiento esperpéntico, reclama inmediatamente la presencia de Valle-Inclán. «Sí, estoy detrás de Valle: ya he preparado tres cosas con el Tirano Banderas, y me encuentro muy a gusto en esa obra. Y es que aunque mi pintura es deliberadamente expresionista y germánica, sin embargo, es muy española. Yo me reconozco detrás de la pintura negra de Goya, detrás del tenebrismo de nuestros barrocos.»

En la introducción a esta edición del Pupilaje del Domine Cabra, Luis García Ochoa escribe, apoyándose en muchos y conocidos especialistas, lo que puede reducir a palabras de su impresión de aquel mundo, de aquellas auras sombrías. Personajes desamorados, fabricados para la comprensión y el disfrute cerebral, que del mismo modo que son incapaces de sentir afecto, son imposibles de entender afectuosamente. Viven, como pide Bergson, en la distancia del humor. Y una piensa que en esos ojos bizcos de Pablos o en esos barullos de bebedores o juerguistas, o en las escenas de enseñanza o de primitivas terapias hay mucho de ternura y, oscuramente, de afecto. «La verdad es que me he divertido muchísimo haciendo esto, aunque, sinceramente, creo que es difícil, sobre todo que la técnica de la litografía, en la que me siento muy a gusto, es una caja de sorpresas, un mundo en perpetua perfección. Pero, sí, me ha divertido mucho. Creo que la burla es lo fundamental de la picaresca, y especialmente del Buscón, que no se permite moralizar. El pupilaje es el hambre, y después de la gran comilona, el que ha comido se divierte a costa del que no come... Eso es lo que hace reír a la gente, y, hay que confesarlo, al ilustrador... Mi pintura está en este mundo. Lo que no sabría decir es si está ahí por influencia profunda de Quevedo o si he llegado a Quevedo de manera natural, por la marcha de mi pintura. O las dos cosas.» «La verdad -termina- es que muchos de mis cuadros podrían ser ilustraciones de Quevedo.»

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